lunes, 12 de mayo de 2014

“Sabor a menta”, de Carlos Giménez.



Este apretado fin de semana, en que he andado tan escaso de tiempo, me ha dado por releer a ratos perdidos “Sabor a Menta”, la  selección de historias cortas de Carlos Giménez que el propio autor presenta comentadas en la edición de Glénat  que, sin relación entre sí salvo su corta extensión que impide su publicación en álbumes, conforman agrupadas un estupendo recorrido por su desarrollo autoral y humano a lo largo de su extenso período de publicación - de 1970 a 1992-  e incluye algunas de las mejores páginas dibujadas por el artista madrileño.

Las nueve historias incluidas se pueden asimismo agrupar en tres grupos:

 Primero: Las adaptaciones de clásicos en las que Giménez demuestra su maestría para en pocas páginas sintetizar a la perfección “El Miserere” de Bécquer, “El extraño caso del Señor Valdemar” de Poe y “La Ley”, adaptación del relato de  Jack London titulado “Lo inesperado”. Si es quizás esta última historia la más compleja y difícil de adaptar dado su fuerte componente psicológico que Giménez resuelve con oficio para mantener la fidelidad con el original, es en “El Miserere” en la que el autor brilla más  con una impresionante y sobrecogedora traslación de la macabra historia de fantasmas original.

Un segundo grupo lo formarían las historias de Ciencia Ficción  “El Futuro empieza hoy” y  “Paraíso perdido”, esta última con guión de Víctor Mora,  en las que el autor denuncia mucho de los males contemporáneos poniendo especial empeño en la contaminación y el deterioro planetario con dos historias de tratamiento diverso y casi antagónico. “El futuro empieza hoy”, seguramente la menos lograda de todas las historias recogidas en el álbum, es una historia en la que dos jóvenes teorizan sobre el futuro próximo confrontando sus diversas posiciones me parece que ha envejecido bastante mal. Por otro lado “Paraíso Perdido”, es una oscura y desesperanzadora historia de Ciencia Ficción en la que un solitario piloto  encargado de llevar en el Sol los últimos y tóxicos restos que quedan del planeta Tierra mantiene una última conversación con su antiguo amor antes de su suicidio. Frente al dibujo infantil y marcadamente ingenuo de la primera contrasta el tono dramático y la expresividad desgarrada  que le proporciona Giménez al protagonista de la segunda que proporciona el adecuado acabado que el estupendo guión de Mora precisaba siendo esta historia una de las mejores aprotaciones de Giménez al género.

El tercer grupo de historia serían de corte realista y costumbrista y lo formarían “La gotera”, “Metro: Lavapiés” y “Sabor a menta”, tres historias con un enfoque  muy distinto en las que el autor demuestra su pericia. De este modo, "La gotera" que de una anécdota real casi intrascendente se erige en un interesante alegato en torno a la relativización de las prioridades desde un planteamiento amablemente irónico; “Metro: Lavapiés” se erige como una magnífica e idealizada composición en torno al madrileño barrio de Lavapies en el que creció Giménez  procurando captar su espíritu castizo y comunitario a través de las diversas intrahistorias  de la coralidad de protagonistas anónimos que confluyen en torno a la Plaza del mismo nombre. “Sabor a menta”, en cambio, es una tierna historia de (des)amor que Giménez considera uno de sus trabajos preferidos y aunque está desarrollada con la pericia habitual del autor he de reconocer que no se encuentra entre mis preferidas.

Por último, cierra el álbum la terrible denuncia que es “Treinta Minutos” en la que pone de manifiesto la falsa moral de los ciudadanos de las sociedades occidentales frente a la pandemia del Hambre infantil. Es una historia eficaz y dura llamada a remover las consciencias y a fe mía que lo consigue adelantándose con su crudeza a las campañas publicitarias que años más tarde se pondrían de moda.

En fin, “Sabor a menta” es un álbum excepcional que reúne los que seguramente son los mejores trabajos cortos de Carlos Giménez y demuestra como en la exigencia de las historias autoconclusivas de corta extensión también es todo un maestro. Avisados quedáis.