miércoles, 16 de abril de 2014

“El mono de Hartlepool”, de Wilfrid Lupano y Jéremie Moreau.





En el catálogo de Dibbuks se pueden encontrar joyitas como “El mono de Hartlepool”, en la que el guionista Wilfrid Lupano y el dibujante Jéremie Moreau adaptan con exquisito gusto una antigua leyenda anglosajona en la que se denuncia la estupidez e ignorancia de los fanáticos y nacionalistas.

En 1814, y en plena vorágine de las Guerras Napoleónicas, un barco de la armada francesa naufraga frente a la costa inglesa llegando los restos del naufragio hasta el pequeño pueblo costero de Hartlepool. Mientras los revisan en busca de supervivientes, los lugareños encontrarán al mono mascota del capitán del navío a quién tomarán por un espía francés al que, tras una corte sumarísima, condenarán por traidor y pretenderán linchar si nadie les saca del error. 
Pensado quizás para un lector infantil pero perfectamente disfrutable a cualquier edad, “El mono de Hartlepool” es una divertida fábula en torno a la estupidez del ser humano en la que el guión de Lupano capta la esencia oscura de los cuentistas clásicos tipo Andersen y Moreau la presenta con la frescura del dibujo, ágil y dinámico de las primeras películas de Disney para presentar una historia aparentemente sencilla pero que encantará a cualquier lector inteligente.

Lupano construye un guión ágil e interesante en el que se guarda muy mucho de tomar partido por franceses o británicos mostrando a unos y otros como hijos de la misma ignorancia bárbara y contrapone con exquisito gusto la estupidez de los adultos con la inteligencia ignorada de los chavales con un tratamiento de la historia tragicómico en el que cada una de las situaciones descritas cuenta con más de un significado y un guión pensando que avance con agilidad gracias a la frescura de sus fluidos diálogos. Lupano va desarrollando con acierto el relato para que el lector sea incapaz, salvo que conozca el episodio real en el que al parecer se inspira, de saber cuál será el destino final del pobre chimpancé protagonista.
Especial mención merece el exquisito dibujo y colorido de Jéremie Moreau que dota a sus personajes de gran expresividad y dinamismo al tiempo que los envuelve con su elegante tratamiento del color de una atmósfera oscura y opresiva con un tratamiento de la narración que recuerda al de las películas de animación sin que ello menoscabe la experiencia lectora.
 En fin, “El mono de Hartlepool” es seguramente uno de los mejores cómics publicados el año pasado y una recomendación obligada para todos aquellos que me preguntan qué cómic publicar a chavales de once o doce años en adelante. Un título más a tener en cuenta.