lunes, 14 de octubre de 2013

“Spleen”, de Esteban Hernández.




De las posibilidades infinitas que tiene como soporte el Cómic somos cada vez más los convencidos y a ello ayuda la siempre sorprendente obra de autores tan coherentes como el valenciano Esteban Hernández quien con cada nuevo trabajo aporta su particular y personal mirada al siempre complejo mundo de las emociones y los sentimientos, denunciando los absurdos y contradicciones de la cotidianidad contemporánea y desarrollando de paso una sólida carrera de la que su último cómic autoeditado en forma de minicómic, “Spleen”, es de momento la última muestra
En “Spleen”, se  nos cuenta la historia de Matías quién ha sentido a lo largo de toda su vida como la melancolía, el desasosiego y la angustia vital le han acompañado mediatizando sus relaciones. Un revoltijo de emociones a las que resulta difícil ponerles nombre y explicarlas aunque ya en la antigua Grecia las llamaran Bilis Negra y en Francia Baudalaire las denominara Spleen. Matías, un parado desnortado, intenta sobrellevar ese monstruo gigantesco con el que convive y que en ocasiones le paraliza aprendiendo poco a poco junto a su pareja a manejarlo e incluso convirtiéndolo con el tiempo en fuente de riqueza e inspiración aunque ello suponga también renunciar a otras cosas.
Desde hace tiempo sigo la trayectoria de Esteban Hernández, un autor joven de los que se arremanga y antes de lamentarse por la escasez de oportunidades desde hace ya años viene apostando por la autoedición para dar a conocer su propia obra en la que explora a partir de historias solo aparentemente sencillas y cargadas de cotidianidad las revueltas de la hondura del alma humana (la cursilería de esta frase solo achacable al menda que esto escribe, ojo).

Spleen” es una obra clásica de Esteban Hernández en la que el autor se acerca desde un planteamiento a medio camino entre lo biográfico y lo costumbrista a una emoción, un sentimiento que de un modo u otro le obsesiona tanto como para dedicarle el esfuerzo de dedicarle un tebeo. En este caso, el elegido es esa angustia vital, el Spleen baudaleriano, que describe a través de las peripecias de su trasunto el dibujante en paro Matías.

 Hernández plasma con su buena mano habitual la descripción de la angustia que atenaza al protagonista y cómo de un modo u otro ha ido influyendo en su vida hasta conformar su existencia. Obsesiones e ideas que los que hemos leído otros trabajos de Hernández ya conocemos desde los primeros “Usted” y que siempre ha sabido expresar con sutileza, ingenio e inteligencia. Sin embargo, en el último tramo de esta obra, cuando el autor da un marcado giro hacia el humor, el absurdo y el surrealismo ofreciendo posibilidades argumentales novedosas que cierra quizás demasiado abruptamente, finiquitando con una sentencia cargada de humor negro las posibilidades que  la historia ofrecía en ese sentido y sospecho que a Hernández no le acababan de interesar. 
En el aspecto gráfico, Hernández vuelve a mostrar su talento para describir lo absurdo de la cotidianidad contemporánea, sacando partido de sus variados recursos gráficos y narrativos junto  a su característico estilo plástico y caricaturesco que combina con los literarios cartuchos que ilustran las viñetas sirviendo de argamasa a la narración la estudiada composición de página a partir de la rígida y exigente retícula de cuatro o seis viñetas por página, para lograr la necesaria complementariedad entre las cartelas y las ilustraciones. Por otro lado, Hernández abandona el color para en esta obra apostar por un blanco y negro que refuerza la expresividad de los personajes y el premeditado acabado sencillo  de la historia.

En fin, Esteban Hernández es un explorador de la angustia vital que ha dedicado su obra hasta el momento a entenderla y sobrellevarla. Una tarea compleja que le convierte –asumidamente, sospecho- en un autor minoritario que prefiere sugerir ideas antes de exponerlas abiertamente mediante originales historias que como este “Spleen” carga de cotidianidad y surrealismo dejando al lector la última palabra para entenderla y, de paso quizás mediante su lectura, entenderse algo mejor. 

Si alguien quiere darle un trago a su “Spleen”, puede hacerlo desde aquí.