lunes, 7 de octubre de 2013

“Erase una vez en Francia 3: El insignificante juez de Mellun/ La Tierra Prometida”, de Fabien Nury y Sylvain Vallée.




No deja de ser una buena señal, tal y como se barrunta que deben andar las cosas en el deprimente panorama de la BD en español, que Norma haya completado en tiempo record la publicación de “Érase una vez en Francia” con el tercer integral, de las anteriores entregas ya escribí aquí y aquí, que recoge los álbumes quinto y sexto de la serie. Y es que si una serie que viene avalada por el Premio a la Mejor Serie del Festival de Angoulême 2011 es capaz de aunar tirón comercial con un desarrollo de calidad como esta obra de Nury  y Vallée los aficionados respondemos.
Tras la II Guerra Mundial, la fortuna parece responder al inteligente Joanovici y sus secuaces dispuestos a consolidar su imperio criminal con el respaldo social de ser auténticos héroes de la Resistencia. Sin embargo, la determinación de la madre de Scaffa y el encabezamiento obsesivo y destructivo del juez de Mellun  pondrán en jaque la obra de Joanovici a lo largo de todos estos años en una persecución que proseguirá a lo largo de las décadas y solo concluirá con el último suspiro de Joanovici. 
Brillantísima conclusión la que da Nury a la serie con estos dos álbumes en los que el protagonismo se centra en el juez de Mellum al que se nos presentó en la primera entrega. Nury va mostrando el otro lado de la moneda narrando a lo largo de estos volúmenes la implacable persecución del juez a lo largo de las décadas y los obstáculos a superar para intentar condenar a Joanovici y desarticular su red criminal, convirtiéndose el caso en una obsesión personal que le llevará a sacrificar su propia vida.  Nury ofrece un cuidadoso planteamiento de la trama para exponer al lector la complejidad de las personalidades de los principales personajes y ofrecer en paralelo sus biografías para comparar su evolución, cuidando la construcción de las distintas secuencias y unos brillantes diálogos para dotar a la narración de una fluidez muy cinematográfica aun sin olvidar las diferencias entre un medio y otro.. Nury cierra la serie de un modo magistral y lógico dejando además todas las tramas cerradas. No se puede pedir más.


En el aspecto gráfico, Vallée no desentona con un sólido dibujo que encaja narrativamente sin fisuras con el guión y en el que caracteriza perfectamente el deterioro de los personajes en esta última entrega cuidando especialmente su expresividad para reflejar su estado de ánimo y el detallismo con que ha reflejado cada uno de los detalles de la ambientación contextualizando la serie a la perfección en lo que es de suponer un amplio trabajo de documentación. Vallée es un dibujante muy completo que en esta obra ofrece su mejor versión y firma el que seguramente es su mejor trabajo hasta la fecha.
En conclusión, ´”Érase una vez en Francia”, más allá de sus no ocultos homenajes e influencias de clásicos canónicos como “Érase una vez en América” o “El Padrino”, es una entretenida serie de género desarrollada con oficio, talento y profesionalidad por sus autores para lograr un resultado que, sin ser especialmente imaginativo ni original, ofrece un acabado superior al de obras de similares características, consiguiendo que los incondicionales del género disfruten página a página con el cuidado desarrollo de la trama que no por tópica resulta menos efectiva.
Una BD de género de las que no hay que dejar pasar.