jueves, 25 de julio de 2013

“Fin”, de David Monteagudo.



Tenía muchas ganas de leer este libro que hace pocos años causo cierto revuelo en el panorama literario español al conseguir David Monteagudo con su primera obra lo que muchos persiguen durante toda una carrera literaria: el aplauso de la crítica y el público, cierta repercusión mediática y que un director de campanillas como Alejandro Amenábar le compase los derechos para ver en poco tiempo la obra adaptada al cine por Jorge Torregrossa.

Un grupo de amigos que llevan años sin mantener contacto se reúnen de nuevo en un apartado refugio de montaña. Los ya maduritos protagonistas guardan más de un fantasma en el armario pero la tensión de ellos empieza a aflorar cuando descubren que todos los aparatos mecánicos han dejado de funcionar. De camino a los núcleos urbanos y teniendo la sensación de ser los últimos seres humanos vivos en el planeta, los cada vez más atribulados amigos empezarán a desesperar cuando descubren que van desapareciendo uno tras otro sin explicación aparente.

Tras su lectura, creo que ”Fin” es el caso más sorprendente de suerte del principiante del que he tenido noticia, por no ponerme conspiranoico y empezar a elucubrar hasta que punto los medios son capaces de elevar una obra tan primeriza  muy por encima de su calidad real. “Fin” es una obra sencilla y  poco ambiciosa que incorpora con poca originalidad elementos y situaciones  de diversos géneros de ficción – terror, catastrófico, intriga- al servicio de una trama simple y escasamente desarrollada en el que el único interés es comprobar la evolución psicológica de los diversos personajes ante una situación catastrófica que escapa a su comprensión. Tras esa premisa, la obra se salva parcialmente solo gracias a la buena caracterización de los diversos personajes que realiza Monteagudo y la frescura de unos diálogos directos, llanos y creíbles que, sin embargo, no creo que justifiquen en absoluto el eco que recibió esta obra dada la incapacidad de Monteagudo de trasladar al lector  la intención de una novela que no funciona ni como parábola ni como mero divertimento de ficción provocando finalmente con su sosería  la indiferencia de un lector que más pronto que tarde empieza a sospechar que le están dando gato por liebre.

En fin, hay gente que tiene suerte y gente estrellada por mucho que lo intente... Se puede considerar a Monteagudo un afortunado frente a la enorme cantidad de talentos que no reciben tanto respaldo a pesar de contar con obras  mucho más interesantes y mucho menos publicitadas. Espero que, al menos, el éxito inicial le haya servido al autor para  convertir su “Fin” en un principio a partir del que podrá consolidar su oficio de escritor y una obra de mayor calado.  A mí de momento la sobrevalorada  “Fin” me ha dejado bastante frío.