martes, 11 de junio de 2013

“El Ángel”, de Robin Wood y Eduardo Risso.

 


Uno de los grandes hitos que dejará el  paso de ECC por los tebeos hispanos es haberle otorgado el puesto que le corresponde a la obra de Robin Wood, publicando dentro de la Biblioteca que ha dedicado al guionista paraguayo buena parte de sus series más destacadas, dando cancha no solo en los títulos más conocidos como  Nippur” oDago sino apostando además por otros menos familiares al lector español como puede ser el caso del que hoy nos ocupa, “El Ángel”, un efectivo folletín de capa y espada ambientando en la España de los Reyes Católicos que el guionista realizó a mediados de los ochenta con un joven dibujante argentino llamado Eduardo Risso para la otrora todopoderosa editorial argentina Columba.

En la ciudad de Toledo, unos hidalgos pretenden asesinar a un bebé al que han marcado a fuego con un sello. El infanticidio es evitado por los mendigos y canallas de la ciudad quienes adoptarán al bebé y lo protegerán de los que conspiran contra su vida. El niño, al que por su hermosura bautizarán como El Ángel, con los años irá aprendiendo nuevas y dolorosas lecciones que le harán madurar al tiempo que demostrará  una determinación y sentido de la justicia extraordinarios que forjarán un gallardo aventurero dispuesto a acompañar a Colón a la conquista del Nuevo Mundo.

A veces a los guionistas de larga trayectoria se les pueden aplicar buena parte de los tópicos que se emplean para los campeones de boxeo. De este modo, Wood en “El Ángel” vuelve a demostrar  ser un bregador incansable que lejos de estar sonado es capaz de articular merced a su conocimiento de la historia y los padres del folletín como Alexandre Dumas o Víctor Hugo un universo coherente y atractivo haciendo de gala de oficio en la manipulación justa del contexto  y los personajes históricos para beneficio de la historieta; un púgil de la historieta con una pegada demoledora tanto en la corta distancia de la historia independiente ideada para su publicación en revista como en la larga, de un proyecto coherente de novela río a partir de la crónica biográfica de las hazañas de un héroe con un punto cínico que va evolucionando según avanza la serie como El Ángel. Wood hace de su héroe el vehículo para desplegar toda la riqueza de su imaginación a partir de los excelentes secundarios que presenta que se contraponen a la rigidez moral del protagonista. Personajes ya sea de creación propia como el jorobado Encorvado, el iluminado Templario o el Justicia Bernáldez, ya sea tomados de la Historia a los que hace suyos e incorpora sin miramientos a sus aventuras para establecer la medida del héroe predestinado como César Borgia, Juan España  o Juan de la Cosa.

En el aspecto gráfico, un joven Eduardo Risso ya empezaba a mostrar plenamente todas las características que posteriormente han definido su estilo y lo han convertido en un dibujante de éxito. Su acusado gusto por los claroscuros y los escorzos, influencia directa de Alberto Breccia, y la incorporación de historias secundarias que corren paralelas a la trama principal, a la manera de José Muñoz, son ya claramente apreciables en “El Ángel”, una serie en la que el dibujante va creciendo episodio a episodio hasta su abrupto abandono para pasar a desarrollar proyecto más personales y ambiciosos, como “Parque Chas”,  antes de su salto al cómic internacional.

“El Ángel” es una excelente muestra de cómic de género hecho con oficio y conocimiento y estoy seguro que de haber podido continuar la serie con Risso sería tan reconocida como las series más largas y reconocidas internacionalmente de Wood. Solo el abandono del dibujante pudo hacer besar la lona a un guionista incansable dejando en el alero el desarrollo de las aventuras de El Ángel en el Nuevo Mundo. No puedo dejar de preguntarme si habríamos estado ante otro “Alvar Mayor” o Wood nos habría sorprendido con un nuevo giro en la vida del personaje... De momento, quizás ni él lo sabe pero sería bonito que el mismo equipo creativo se uniera en el futuro para retomar y concluir las aventuras del Ángel. Por soñar que no quede.