viernes, 17 de mayo de 2013

“Atajos”, de Martí.



La Cúpula empieza a saldar la deuda con su historia y con los autores que a partir de los ochenta la convirtieron en algo grande a través de la página de “El Víbora” con la publicación de “Atajos”, recopilación de historias firmadas por el que para mí gusto es el más talentoso, pesadillesco y asumidamente underground autor de esa genial generación, Don Marti Riera Ferrer, o simplemente, Martí.

Las historias recogidas en “Atajos” son una muestra heterogénea, dispersa y mínimamente significativa de la larga trayectoria de este autor barcelonés que hizo del thriller una puerta al subsconsciente y las paradojas de la mente desde sus inicios en la línea de autores como David Lynch como queda reflejado en “El mundo de Oscar”.

Sin embargo, es con Charles Burns el autor contemporáneo con el que coincidiría en la revista “RAW” con el que comparte más puntos en común, como se refleja en “Sospecha Letal”, incluido gráficamente un origen común en la obra de un clásico como  Chester Gould. Esa influencia común y la transustanciación del thriller para incorporar elementos simbólicos, oníricos e inconscientes son características de ambos autores.

Sin embargo, y más allá de ahondar en las evidencias, lo que para mí hace tan interesante a Martí, es lo que les separa de esos genios norteamericanos de los que bebe y de los que en algún caso se retroalimenta. Martí se muestra en su plenitud con las historias arraigadas en al acervo hispano en las que reinterpreta como pocos el tremendismo de la España profunda a través de un conjunto de historias que a pesar de los años no han perdido mordiente ni actualidad.  En ese sentido, Martí destaca en su  magistral serie “España Negra” donde hizo un repaso inspiradísimo de todo el imaginario esperpéntico de la España profunda y casposa al tiempo que en otra serie imprescindible como la brutal “Monstruos Modernos” deja constancia de su fascinación por la anormalidad a través de individuos extraños, ajenos y alejados de la Sociedad y la truculencia, por no hablar ya de la brutal y magistral “Repulsión”.

Es en esas historias en las que se ve al mejor Martí sin desmerecer el interés que puedan despertar aquellas más cercanas en el tiempo como “Calvario Hills” o “Terrorista” en las que reinterpreta a autores como Clowes o Sacco. Sin embargo, basta comparar la carga crítica de historias como “Baby Killer” o  “In Secula Seculorum” frente a “Mis queridos señores para comprobar como su capacidad para epatar es mayor conforme más cercano y local es el tema a tratar.

En fin, las historias recogidas en “Atajos” sin ser quizás las mejores son una buena carta de presentación para los que no lo conozcan de su inmenso talento y versatilidad.  Un autor valiente y arriesgado como pocos que nunca deja indiferente. Ojalá sirva esta recopilación  para que  en un futuro cercano La Cúpula u otra editorial acometa la publicación ordenada y comentada del resto de su obra ya que autores como este no han caer en el olvido.