miércoles, 10 de abril de 2013

“Fábulas: Cachorros en la tierra de los juguetes”, de Bill Willingham, Mark Buckingham y Shawb McManus.




Llevaba  tiempo que leer cada nueva entrega de Fábulas” se había convertido en una tarea rutinaria que me proporcionaba menos satisfacciones que ilusiones y llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de dejar una serie que para mí vivía de las glorias pasadas sin mostrar signos de recuperación. Y, sin embargo, ha sido leer esta nueva entrega publicada por ECC Ediciones, que reúne los números 114 a 121 de la serie original, y por fin ver renovado mi entusiasmo pues, en mi opinión, nos encontramos con una historia magnífica que  Willingham y Buckingham llevaban años escamoteándonos.

Tras convertirse Invierno, una de los cachorros de Feroz y Blancanieves,  en la nueva Viento del Norte, sus hermanos y hermanas sienten que han quedado relegados a un segundo plano. Por eso cuando a Therese, la más caprichosa de las hermanas descubre que su barco de juguete es un barco mágico que la promete llevarla al país de los juguetes para convertirse en su reina la chica no se lo piensa dos veces. Sin embargo, Therese descubrirá que su reino mágico no es tan bonito como esperaba sino una tierra desolada y sus súbditos unos juguetes rotos que se hacen llamar los Descartados y tienen misteriosos planes para su nueva reina. Atrapada en su nuevo reino y sin posibilidad de abandonarlo ni que sus padres la encuentren,  su hermano Darien junto a unos curiosos aliados serán los únicos capaces de seguir su rastro aunque quizás no sean lo suficientemente fuertes cómo para poder rescatarla.

Willingham llevaba demasiado tiempo sumido en la autocomplacencia y lo peor es que nos había sumido a los lectores que dábamos por hecho que el concepto de “Fábulas” estaba artísticamente agotado y solo seguía adelante merced a sus buenos resultados comerciales. Craso error, en “Cachorros en la tierra de los juguetes”, Willingham desarrolla una de las mejores historias de toda la serie –por no decir que quizás sea la mejor- construyendo un cuento contemporáneo con todo el aroma de los clásicos y respetando ese componente adulto y terrorífico que tenían los cuentos infantiles en sus inicios y progresivamente fueron perdiendo conforme fueron infantilizándose.

 Willingham construye una historia tenebrosa, triste y oscura,  llena de hallazgos que atrapan al lector desde las primeras páginas hasta su conclusión, manteniendo el suspense en torno a su resolución hasta un final agridulce que dista mucho del comieron perdices y fueron felices al que estamos acostumbrados en los cuentos infantiles.

En el aspecto gráfico, Mark Buckingham realiza un trabajo tan sobrio como acostumbra. Buckingham ha hecho de la economía de trazos y su veneración de Kirby notas características y en esta nueva entrega deja constancia una vez más de ello. Buckingham es capaz de caracterizar con innegable habilidad la desolación fantasmal del País de los Juguetes al tiempo que refleja conforme  la trama avanza la degradación de unos protagonistas infantiles de la historia cada vez más inhumanos. Buckingham supera la prueba de ilustrar un nuevo mundo de cuento aun cuando en esta ocasión este no sea precisamente el más adecuado para su lucimiento y precisamente por eso resulte aun más meritoria la forma en que lo ha reflejado.

Aparte de la estupenda historia principal, en estos números sigue desarrollándose la historia complementaria protagonizada por el mono Bufkin convertido en líder revolucionario en la Tierra de Oz. Lo cierto es que la historia hasta el momento no reviste especial interés y el principal aliciente estriba en disfrutar del trabajo de su dibujante un Shawn McManus que le da un acabado retro inspirado en las ilustraciones clásicas de la obra de Baum, “El Mago de Oz”. También merece la pena destacar el estupendo trabajo que el ilustrador Joao Ruas realiza en las portadas de la serie.

“Cachorros en la tierra de los juguetes” puede iniciar una nueva etapa de esplendor en la serie de “Fábulas” después de un largo período en el que la mediocridad y la escasez de ideas hicieron presa de la serie renovando las expectativas y la ilusión en torno a la misma. Si las próximas entregas siguen en esta línea, podemos ir frotándonos las manos porque quizás lo mejor todavía puede que esté por venir.