miércoles, 3 de abril de 2013

“Batman: Odisea”, de Neal Adams.

Si hay un nombre que se asocia indefectiblemente con una etapa mítica en la larga trayectoria del Hombre Murciélago ese es el de Neal Adams, una auténtica leyenda del cómic cuyas aportaciones narrativas y su espectacular estilo gráfico revolucionó el género superheroico en la década de los setenta y lo convierten en uno de los nombres claves de la llamada Silver Age. Por eso, todo aficionado de Batman que se precie ha debido subrayar las dos miniseries que componen “Odisea”  que ECC Ediciones acaba de publicar en un cuidado volumen, ya que suponen su reencuentro con el personaje tras muchas décadas.



Batman se enfrenta una vez más a su reto más difícil, mantener su compromiso de evitar las armas de fuego y matar a sus enemigos, al enfrentarse a un enemigo tan letal y mortífero que atemoriza al mismísimo Ra's al Ghul y  ha secuestrado a su hija, su amada Talia. Para salvarla, Batman junto a sorprendentes aliados se adentrará en un mundo subterráneo inexplorado y secreto  en el que conviven civilizaciones perdidas y animales prehistóricos en un viaje que se acaba convirtiendo en toda una Odisea.
Si alguien esperaba un cómic convencional, es que no conoce a Neal Adams, ya que un tipo tan inquieto y contracorriente como él no se iba a limitar a adoptar las cuatro fórmulas del oficio  para cubrir el expediente del encargo. No, Adams en “Odisea” da una vuelta de tuerca a los clichés del pulp para desarrollar una aventura llena de pretensiones, loca y fantasiosa, en la que se divierte en ir constantemente por delante de los lectores jugando con la narración para hacer esta incómoda y errática a pesar de lo tópico y conocido de muchos de los personajes y situaciones planteadas que gusta de forzar una y otra vez.

En ese sentido, Adams juega a ir escondiendo sus cartas desde el principio no mostrando prácticamente hasta la mitad de la obra cuál es el tema principal de y entreteniendo al lector con una narración errática, llena de circunloquios y dudas y aparentemente dispersa que pueden provocar más de un quebradero de cabeza al lector.

 En el fondo no es más que un recurso,  ya que Adams, plantea la historia como el relato  que el propio Bruce Wayne, actuando de narrador interpuesto, va explicando a un personaje que hasta el final de la historia no conoceremos, involucrando al lector constantemente y exigiendo de su atención constante en la historia al romper una y otra vez la cuarta pared y jugar con la linealidad de la historia mediante elipsis y flashbacks. Un juego difícil y enrevesado que acaba generando confusión y no gustará a todo el mundo y obligará a más de una relectura de la obra para poder apreciarla en su justa medida.

Adams deja buena parte de las convenciones manidas en torno a Batman de los últimos treinta años aparcada para aprovechar la fuerza del icono  para transformarlo en un héroe pulp protagonista de un relato más cercano a las historias de “Doc Savage” que a lo que se supone se ha de esperar de un tebeo de Batman, como ya hiciera en los setenta al adaptar la estética a lo Bond en sus historias clásicas. 

El autor retoma muchos de los elementos con los que ya trabajó  anteriormente a lo largo de su carrera y en su etapa en Batman, incorporando a la historia a Ra’s al Ghul, Talia o Man Bat (por no hablar de la mayor parte del panteón de villanos locos) o introducir personajes a los que diera esplendor en su propia cabecera como Deadman y situando la historia en el marco de un mundo perdido que recuerda poderosamente a la Tierra Salvaje de sus tiempos en “La Patrulla X”.

En el aspecto gráfico, Adams se encarga del dibujo a lápiz siendo entintado en los disntintos capítulos  por artistas de la valía de Bill Sienkiewicz, Michael Golden, Arthur Adams, Scott Williams, Kevin Nowlan o Paul Neary. En este apartado, se puede decir que Adams realiza una vez más un trabajo soberbio demostrando su enorme talento para el dibujo realista, situándose como un continuador aventajado de los Foster y Raymond

 Adams demuestra su domino absoluto del universo batmaíaco y de la anatomía humana dibujando a los personajes en los más increíbles escorzos con inigualable soltura con lo que este tebeo debería ser materia de estudio para cualquiera que quiera aprender cómo dibujar a Batman. Quizás el único pero que se le pueda poner a la obra en este apartado es el coloreado digital de estudio que le da un tono frío e impersonal que contrasta con el virtuoso y detallado dibujo del artista. 


En fin, “Batman: Odisea” es un cómic difícil y contracorriente alejado del cómic de superhéroes al uso aun cuando nunca desmienta e incluso reivindique su condición de obra adscrita a este género que sospecho no gustará a la mayoría e incluso recibirá duras críticas. Sin embargo, más allá de las filias y fobias que está llamada a despertar, es una obra que refuerza la validez del género para las grandes historias y la experimentación, desmintiendo los manidos mantras en torno a que dentro del mainstream no hay cabida para la experimentación, la libertad creativa o que los personajes icónicos están acabados. Solo hace falta que  los creadores se atrevan (o los editores les dejen, que esa es otra)…O llamarse Neal Adams, claro.