sábado, 9 de marzo de 2013

“Stone Junction: Una epopeya alquímica”, de Jim Dodge.



Stone Junction: Una epopeya alquímica”, publicada por Alpha Decay por segunda vez tras una primera edición bajo el título de “Introitus Lapidis”, viene apadrinada por ser una recomendación expresa de Thomas Pynchon, quién de hecho firma el prólogo de la edición española, lo que ya es un aviso a navegantes sobre lo que pueden encontrarse en esta novela llena de posibilidades escasamente rematadas.

Daniel es un joven huérfano criado por una madre peculiar a la que ve morir demasiado pronto. Con una exquisita y heterogénea educación proporcionada por la la más secretísima de las organizaciones secretas AMO (La Alianza de Magos y Forajidos), el joven Daniel y sus inigualables talentos buscará frenéticamente averiguar quién fue el asesino de su madre al tiempo que se verá inmerso en una misión que le llevará hacerse con un diamante descomunal en cuyos misterios alquímicos puede esconderse el misterio de la existencia.

No es de extrañar la admiración de Thomas Pynchon por esta novela, ya que si se la dan a leer aun lector que conociera su obra sin especificar el autor podría afirmar que la habría escrito él y no el desconocido Jim Dodge. Y es que “Stone Junction: Una epopeya alquímica” comparte buena parte de  las inquietudes y características de la obra de Pynchon mezclando realidad y ficción en torno a la mitología del acervo norteamericano al tiempo que se pasa por el forro las formulas convencionales en torno a cómo ha de estructurarse una novela.

No, el principal interés de esta historia no está tanto en lo que cuenta Dodge como en disfrutar del despliegue de extraordinarios personajes que pueblan sus páginas y que de un modo u otro concilian la fantasía streampunk con la ortodoxia dickensiana, la intriga del mejor bestseller con el delirio poético beat y haciendo del poker, las conspiraciones, las drogas y el camino los puntos cardinales que definen los Estados Unidos mágicos e imaginados de nuestra ficción moderna.

En fin, “Stone Junction: Una epopeya alquímica” está lejos de ser una novela redonda y más cerca de la consideración de novela fallida desde la perspectiva del pensamiento único y convecional, pero precisamente ello la enaltece y la convierte en una novela valiente y sorprendente, imaginativa y heteródoxa capaz de dar una vuelta de tuerca en una única novela a todo el imaginario que Pynchon ha ido formulando a lo largo de toda su obra literaria.

Yo sí fuera Pynchon me cabreraría ante este monumento literario contracultural y pop, pero él como es un grande hasta le escribió el prólogo. Genio y figura.