lunes, 11 de febrero de 2013

“La isla de los Cien Mil Muertos”, de Jason y Vehlmann.


 

Astiberri ha publicado por fin la última obra hasta la fecha del noruego Jason en la que este nos sorprende con la novedad de ceder el guión al contrastado  Fabien Vehlmann para contarnos una historia de piratas, verdugos y desencuentros  en “La isla de los Cien Mil Muertos”.
 El padre de Gwenny partió a la búsqueda del fabuloso tesoro de la Isla de los Cien Mil Muertos tras encontrar en una botella la localización de la isla, dejando a la niña al cuidado de su demente madre. Sin embargo, cuando la misma Gwenny encuentra en otra botella el paradero de la isla partirá a la búsqueda de su padre y la isla en la que desapareció,  aun cuando tenga que enrolar en la empresa a una tripulación de ambiciosos y traicioneros piratas y desvelar los sorprendentes misterios que se esconden en la isla.

Tras la lectura de “La isla de los Cien Mil Muertos”, no me queda muy clara la contribución de Fabien Vehlmann, guionista al que hemos disfrutado en España en series como “El Marquésde Anaon” o “Green Manor”, ya que en esta obra su contribución queda difuminada y solo son reconocibles las inconfundibles características de las obras de Jason por lo que podría pasar perfectamente por una de sus obras en solitario.
 Y es que “La isla de los Cien Mil Muertos” es una original, surrealista y cómica aventura de piratas no exenta de un punto de ternura  en la que Jason y Vehlmann reinterpretan las convenciones del género de piratas  para sorprender a los lectores partiendo de una base que evoca directamente con “La isla del tesoro” de Stevenson, modelo que enseguida abandonan para introducir sorprendentes giros argumentales.
Como digo, si la idea de Jason al aliarse con Vehlmann era buscar nuevas vías e insuflar nuevos aires a su obra  lo cierto es que la asociación ha sido un fracaso pues  en “La isla de los Cien Mil Muertos” no se perciben novedades respecto a su producción anterior siendo esta obra tan solo una muesca más en su original reinterpretación de los géneros donde el noruego parece haber encontrado un auténtico filón. 
Probablemente, el ¿mérito? de Vehlmann consista en saber mimetizarse con Jason hasta pasar desapercibido a la hora de construir una historia oscura y cómica al tiempo en la que los gags negrísimos se suceden para dibujar una sonrisa al lector. Lo que también es cierto es que la obra pierde cierta hondura y complejidad estructural respecto a otras obras de Jason, abocándose exclusivamente a un desarrollo lineal alejado de los recursos narrativos que el noruego nos ofreció en sus mejores trabajos.

La suma de Vehlman y Jason no mejora el trabajo de Jason en solitario ni el de Vehlmann junto a otros dibujantes,  con lo que no se puede considerar esta una alianza satisfactoria a pesar de lo correcto del resultado final  aun cuando sin duda satisfará a los fieles seguidores de Jason, más que a aquellos que se hayan acercado a la obra bajo el reclamo de la firma de Vehlmann quienes pueden sentirse decepcionados. Y es que “La Isla de los Cien Mil Muertos” no deja de ser un aporte menor y anecdótico en la obra de dos autores que han demostrado brillar más por separado.