viernes, 11 de enero de 2013

“Cruz Negra: La Frontera”, de Gol y Pedro Camello.




Mira tú por donde este año he estado gafado en la lotería navideña pero ha querido la diosa fortuna de los números aleatorios obsequiarme con un ejemplar de “Cruz Negra: La Frontera” merced las buenas artes concursales del maese Jolan en su agradable Adalides. Leída la obra, he disfrutado de un dignísimo y entretenido tebeo de aventuras hecho con cariño y esmero por sus autores –Gol al guión y Camello a los lápices- que han cuidado hasta el último detalle para ofrecer a través de la cuidada edición de Aleta Ediciones abundante de extras en un trabajo que satisfará a todos los que se le acerquen.

Cruz Negra se sitúa en la Extremadura leonesa –sí, no me he equivocado- en torno al año 1230 una tierra de nadie agreste y fronteriza en la que cristianos y musulmanes se disputan el territorio, mientras los escasos colonos luchan por sobrevivir. En ese territorio salvaje, protegido por los Monjes Caballeros de la Orden de Alcántara destaca entre todos ellos por su fe y fiereza frey Juan de Santihervás, conocido como Cruz Negra, y que junto a su compañero, el disoluto Alonso patrullan la frontera. Malherido en una razzia con almóhades por un misterioso hassassin, el huraño Cruz Negra tendrá que recurrir a un oscuro secreto de su pasado para poder salvarse y rescatar a su compañero capturado por los moros.

Resulta encomiable el empeño puesto por el equipo creativo por ofrecer un digno cómic de entretenimiento que antepone la aventura ante todo sin descuidar por ello el cuidado en la contextualización de la realidad histórica de las tierras fronterizas de la Península Ibérica en los tiempos de la reconquista. En esos tiempos convulsos, Miguel Gómez Andrea “Gol” construye una trama sencilla pero efectiva, modernizando convenciones y maneras de la escuela francobelga, protagonizada por un monje guerrero, con algunas similitudes al del juego ese de “Assasin Creed”,  que busca en el ejercicio fundamentalista de su fe la expiación de sus oscuros orígenes. 

Siendo la contextualización de la historia y el carisma del personaje principal los principales atractivos del álbum el resto de personajes que aparecen están cuidadosamente caracterizados para contraponerse con sus reacciones humanas y mundanas la rigidez de Cruz Negra, añadiendo notas de humor a una trama que de otro modo resultaría demasiado acartonada.

En el aspecto gráfico, el extremeño Pedro Camello, al que ya conocíamos por obras anteriores como “Treyes” o “Guido El Negro”, logra superar las reservas previas que su estilo tributario tanto de la animación como del cómic francobelga de autores de la talla de Peyo,  Uderzo o Luguy  me despertaba, adaptándose perfectamente a la crudeza de la acción medieval. Camello supera la prueba y gracias a la fluidez de su narración  construye un tebeo efectivo, dibujado con lógica y gustándose incluso en recursos como el del pájaro.

Quizás el gran defecto de este álbum es que tras una excelente historia corta introductoria en la que los autores presentan a los principales personajes, la historia principal se interrumpe abruptamente dejando al lector con las ganas de conocer la conclusión debido a las limitaciones del formato álbum elegido y obligando al lector a la espera de la publicación de una segunda entrega cuando la concepción de la historia pedía a gritos una edición unitaria. A pesar de ello, el álbum está editado con cuidado con abundantes apuntes y comentarios para que el lector localice mejor la historia y las costumbres de los caballeros medievales.

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