martes, 28 de agosto de 2012

“Polina”, de Bastien Vivès.


Uno de los tebeos más fascinantes de los últimos tiempos ha sido “Polina”, publicado en España por Diábolo Ediciones y que confirmó si todavía alguien lo dudaba el descomunal talento de su autor el francés Bastien Vivès.
La historia se define en su título. Se trata de la biografía de una bailarina de ballet clásico, Polina, desde su ingreso en su niñez en una reputada academia dirigida por un exigente profesor, su progresión hasta convertirse en una reputada bailarina aunque para ello tenga que abandonar su país y alejarse de la sombra de su tutor para, pasados los años, reencontrarse con él.



Polina” es un tebeo sutil y contenido que muchos se pasan una carrera intentando contar y no lo logran por eso resulta tan llamativo que un autor tan joven como Vivès haya sido capaz de llevarlo a buen fin. Vivès sorprende no solo ya por acercar a un medio que en muchos casos abusa del efectismo y la espectacularidad como es el Cómic un mundo tan alejado y ajeno como el de la danza clásica para localizar una historia que es tan vieja como la vida y que marca buena parte de la obra del francés y que en este mundo acelerado en el que vivimos tendemos a olvidar, la del crecimiento y el paso de la infancia a la madurez a través del aprendizaje y la superación de los maestros.


Pero “Polina” no es una obra que sorprenda tan solo por la profundidad del tema propuesto ni su localización en el sacrificado mundo de la danza sino por la sobriedad y mesura con que Vivès narra la historia y construye los personajes optando siempre por la opción más directa y simple sin perderse en detalles superfluos que puedan distraer al lector para centrarse no solo en lo que narra a partir de sus dibujos sino lo que espera trascienda más allá de la historia. Esa economía se refleja incluso en la limitación del diálogo entre los personajes al máximo para centrarse en la comunicación no verbal de sus silencios,  gestos y  miradas, detalles y momentos que un observador minucioso como es el francés captura para desarrollar una historia con una técnica que recuerda a pintores impresionistas como Degas. Quizás la única licencia que Vivès se permite es el homenaje a Audrey Hepburn en el parecido de la protagonista.

Ese gusto por la contención y el minimalismo narrativo, Vivès ya lo había mostrado en obras como “El gusto del cloro” o “Amistad Estrecha” pero, sin embargo, en “Polina” va un paso más allá optando incluso por renunciar al uso del color por un bitono que se convierte en un instrumento eficaz  para reforzar aún más la contención de la historia. Una contención y un ritmo pausado que hace que la historia fluya sin que el lector perciba el paso del tiempo salvo mínimamente en los cambios físicos y las reacciones de Polina pero que Vivès devuelve en toda su crudeza a los lectores en el momento más climático de la historia, el reencuentro entre alumna y profesor. Es en ese estudiado momento, además, en el que Vivès se permite introducir magistralmente una de las preocupaciones que marcan su obra y que ya veíamos presente en otra obra sobre como “Hollywood Jan” la de hacer confluir la subjetividad de la mirada del protagonista y su mundo interior con las convenciones del mundo externo.

Polina” es el trabajo más ambicioso y logrado de Vivès, una rara perla de sensibilidad e inteligencia dentro de un medio al que en ocasiones le falta sutileza y que esta obra ayudará a crecer. “Polina” es una obra atemporal llamada a convertirse en un clásico.