martes, 19 de junio de 2012

“Flex Mentallo: El justiciero musculoso”, de Frank Quitely y Grant Morrison.



Aprovechando la reciente reedición de esta obra por parte de DC, ECC Ediciones ha estado ágil y no ha tardado demasiado en ofrecérsela a los lectores españoles que, por desgracia, no habíamos podido disfrutarla en castellano antes debido a ciertos problemas de derechos con los herederos del popular –en su momento- Charles Atlas  en el que se inspiró Morrison para su Flex Mentallo que impidieron nuevas ediciones. Solucionado el conflicto, estamos de enhorabuena porque esta miniserie de cuatro números es uno de los trabajos más ambiciosos de ese genial guionista que es Grant Morrison en su primera colaboración norteamericana con su dibujante favorito, el elegante Frank Quitely, a pesar que, por el camino se haya quedado el color original de la obra, sustituido por el degradadado frío, uniforme y tenebroso que, sin embargo, tanto parece gustar a Quitely para la reedición de sus obras, ya que en “We3” usó un tratamiento del color bastante parecido. ¿Teniendo en cuenta este detalle importante merece aún así la pena hacerse con esta obra? A mi juicio sí, porque “Flex Mentallo” es al género de los superhéroes lo que el “Ulises” de Joyce es a la Literatura. Una obra única, ambiciosa e insustituible tanto por su complejidad narrativa como por su repaso de los distintos períodos o edades del género que encandilará a los especialistas y aficionados más sesudos aunque también es cierto que probablemente provoque el rechazo del lector que solo busque un rato de evasión con una lectura intrascendente, porque precisamente la principal aspiración de Morrison en “Flex Mentallo” es trascender, explorar los distintos planos que se pueden llegar a superponer en los cómics redefiniendo la realidad como solo la ficción permite.

A grades rasgos, Flex Mentallo es simplemente un superhéroe culturista capaz de alterar la realidad con sus músculos que investiga la irrupción en su realidad de un antiguo colega de aventuras autodenominado El Hecho, mientras intenta parar los atentados de un misterioso grupo conocido como Facultad X que se dedica a explotar bombas en los lugares concurridos. Mientras tanto, en otro plano de existencia, el creador tanto de Flex como de El Hecho, un músico atormentado Wallace Wibe está a punto de suicidarse mientras habla por teléfono con un misterioso interlocutor sobre los cómics de superhéroes.

Creo que no me equivoco mucho si afirmo que “Flex Mentallo” es uno de los cómics que más ideas fascinantes esboza en  menor número de páginas, lo que no deja de tener su atractivo, aunque acabe acusando tal dispersión que impida que la simple base sobre la que sustenta el denso artificio metaficcional ideado por Morrison funcione adecuadamente. Y es que la búsqueda de Flex Mentallo de su amigo perdido el Hecho, personaje/metáfora evasiva que se escapa constantemente, no deja de ser la excusa del guionista para ofrecer a lo largo de los cuatro números que conforman la miniserie un recorrido por las distintas épocas que ha vivido el género usando como cicerone al musculoso protagonista desde la ingenuidad de la Golden Age a la ciencia ficción de los cómics E.C. la Edad de Plata y el  modelo de superhéroe oscuro establecido por Miller en “The Dark Knight” a partir de los ochenta y del que Morrison intenta distanciarse. Sin embargo, Morrison no otea el horizonte y no plantea ninguna alternativa valida (hay que recordar que el cómic es de mediados de los noventa uno de los peores momentos que han vivido creativamente los superhéroes) para el género aunque deje en el final abierto de la miniserie abierta la puerta a la esperanza en torno a un hipotético regreso a la Edad de Oro en la viñeta final.

 Por otro lado, resulta fascinante la forma en que Morrison estructura la serie en abandonando el desarrollo lineal habitual por una estructura casi espiralen la que se van encadenado la presentación de los distintos planos en que transcurren las tramas protagonizadas por los principales personajes de la serie estableciendo curiosos elementos de conexión entre ellos como las bombas o el teléfono zumbador para  involucrar al lector en torno a otro de las interesantes cuestiones que plantea, la exploración de los límites entre la realidad y la ficción obligando al lector  mediante constantes incitaciones a participar en la historia activamente  buscando el sentido a lo que se está leyendo de una manera que pocos cómics han logrado con tanto éxito.

Por otro lado, “Flex Mentallo” no deja de ser una obra polisémica y contradictoria ya que si bien puede ser interpretada como una declaración de amor de Morrison hacia el género y una apología acerca de su potencial a través de la subversión de sus convenciones y elementos típicos que presenta de una manera novedosa, al mismo tiempo lleva implícita una fuerte carga crítica al mismo desde la sátira misma de la concepción del personaje principal de “Flex Mentallo”, un culturista fortachón que se pasea con toda naturalidad en calzoncillos por la ciudad,  que recuerda a lo que ya hiciera Charles Burns en su revisión de las clásicas tramas de género negro subvirtiendo sus elementos en “El Borbah” desde los ochenta (obra que creo ha sido una de las principales inspiraciones de Morrison), como en la despiadada representación de la mente pensante de todo ese artificio de fantasía y  alter ego del propio Morrison, un Wallace Sage incapaz de enfrentarse con éxito a los problemas de la vida “real” y que busca en la ilusión del suicidio y en los cómics de superhéroes atajos para evadir su precaria "existencia".

En el aspecto gráfico, y a pesar de no contar con el colorido original característico de los cómics de la Golden Age  del que Morrison se serviría como contraposición a los elementos más oscuros de la historia, Quitely ya demuestra su capacidad para adaptarse a las exigentes demandas del guionista escocés y ajustar su estilo a los distintos planos en que se desarrolla la historia sin perder elegancia ni claridad expositiva al tiempo que encuentra inteligentes soluciones para muchas de las transiciones que se plantea en el puzzle de vasos comunicantes que es "Flex Mentallo".

En fin, aunque se  escribiera un ensayo sobre “Flex Mentallo: el justiciero musculoso” este seguiría siendo un misterio dentro de un laberinto que encierra tantas interpretaciones y claves como lectores haya siendo quizás precisamente ese potencial para hacer pensar a sus lectores en torno a los cómics, su lenguaje y su historia la mayor cualidad de este tebeo único.