domingo, 31 de julio de 2011

“Starman vol. 2”, de James Robinson y Tony Harris.

Madre mía, qué bueno es James Robinson… Es lo primero que me vino a la cabeza tras acabar el segundo volumen recopilatorio publicado por Planeta de esta serie que reúne los números 17 a 29 de la serie original, el primer Anual y distintos Showcase protagonizados por Shade, uno de los principales secundarios. Y es que más allá que tuviera mano ancha para hacer y deshacer lo que quisiera, se necesita mucho talento, seguridad en uno mismo e inquietud para no caer en el acomodamiento para coger un personaje del montón de la Golden Age, hacerlo completamente suyo y remozarlo de arriba abajo, con historias en las que sorprende una y otra vez al personal incapaz de prever por donde va a salir tanto argumentalmente como con sus constantes referencias literarias y cinematográficas.

Robinson cuida su creación con mimo y ni siquiera en los episodios autoconclusivos que podrían pensarse de relleno afloja el pistón creativo y nos regala auténtica joyitas como el número 19 en que ahonda en los traumas del protagonista a través de una aventura de piratas de la que debieron tomar buena nota los guionistas de “Piratas del Caribe, o el 28 en que relata un episodio del pasado de Mykaal. Sin embargo, el grueso del volumen lo componen dos estupendos arcos argumentales en los que desarrolla algunos de los temas centrales de la serie.

En “Arenas y Estrellas” desarrolla un atípico crossover con otro héroe de la Golden Age resucitado con éxito por Matt Wagner en los noventa, The Sandman. Para ello, y teniendo en cuenta la diferencia de edad entre protagonistas Robinson sigue explorando subrepticiamente uno de los temas centrales de la serie, el envejecimiento de los héroes y las figuras paternas.

A continuación, en un arco de tres números de inspiración bíblica, Ida y Vuelta al Infierno” retoma y concluye una de las historias iniciadas en el anterior volumen, la de Merrit, el villano basado en El Retrato de Dorian Gray” de Oscar Wilde, un personaje que como todos los villanos de Robinson resulta más complejo de lo que pudiera parecer a simple vista. En este arco queda patente más que nunca el carácter coral de la serie, compartiendo protagonismo con Starman personajes tan ambiguos moralmente como Shade o Matt O’Dare.

En el aspecto gráfico, Tony Harris da lo mejor de sí continuamente gracias a un Robinson que le lleva al límite de sus posibilidades en comparación al acomodamiento autocomplaciente que supone su trabajo en “Ex Machina”. Su estilo es mucho más dinámico y vivo gracias en buena medida también a los más atrevidos recursos narrativos que maneja como composiciones de páginas ambiciosas y rupturistas que dan mayor fluidez a la narración o el tratamiento del color como elemento descriptivo y narrativo.

Me dejo un trío más de historias fantásticas que no quiero destripar en las que Robinson vuelve a demostrar su versatilidad.. En definitiva, lo mejor que se puede decir de este segundo volumen de “Starman” es que deja con ganas de más y, por suerte, todavía quedan cuatro volúmenes pendientes para seguir disfrutando de una serie que es de lo mejorcito que se viene publicando este año y revaloriza un género tan castigado como el superheroico.