viernes, 4 de febrero de 2011

Bill Mantlo, Fred Hembeck y la primera oportunidad.


CPR: ¿Quién te dió la primera oportunidad de trabajar en el negocio? ¿Cómo lo aprovechaste si es que lo hiciste?

FRED HEMBECK: Además de enviar lascartas ilustradas a mis antiguos compañeros de habitación que mencioné antes, envié varias misivas con ilustraciones pidiendo aseveración a varios guionistas de cómic, una de ellas al guionista de Iron Man, Bill Mantlo. Le había enviado un montón de muestras estandard durante los años anteriores, y había publicado más de una, así que supongo que estaba preparado para echar un vistazo a mi material. Quiso imprimir mis comentarios dibujados a mano, pero como se los había enviado coloreados (¡resaltaban mucho!), no pudo hacerlo. Así que me pidió que los rehiciese en blanco y negro para poder publicarlos, y con el tiempo, mi versión rehecha (no tengo ni idea de que pasó con la original, que debió devolvérseme para que pudiese hacer la copia) terminó apareciendo en Iron Man número 112 (en Julio de 1978). Incluso me pagaron¡35 dólares completos! Entusiasta, pero cautamente, fotocopié el cheque, tan sólo por si nunca volvía a recibir otro de Marvel. Felizmente, ese no fue el caso.

(De una interesante y reciente entrevista realizada por Chris Reilly para Comic Journal en 2010 y que Frog2000 se ha tomado el trabajo de traducir. Para leer completa, aquí).

“Tabú”, de Rubén Pellejero y Jorge Zentner.

Entre la vorágine de las novedades que aparecen constantemente hay obras publicadas hace años que merece la pena pararse a releer despacio. Tebeos que con el paso del tiempo deberían adquirir la condición de clásicos en lugar de caer en el olvido y los afilados dientes de las trituradoras de papel. A algo más de diez años de su primera publicación, uno de esos tebeos es el “Tabú”, de Rubén Pellejero y Jorge Zentner que editado por Glénat, un tebeo sutil y exquisito que me da la sensación que ha pasado algo desapercibido eclipsado por otras obras de Pellejero.

Tabú” empieza planteado como un polar que evoca a Manchette o Malet en la presentación de los misteriosos asesinatos, aparentemente sin conexión, que están sucediendo por toda la ciudad con un único elemento común la aparición junto a las víctimas de una misteriosa cita del “Fausto” de Goethe que lleva al inspector encargado del caso a pensar que es el mismísimo diablo su autor. Un nuevo elemento entra en juego con la aparición de Maria, camarera del club Tabú, a quién la enigmática y sofisticada Princesa la ofrece devolverla su antigua vida de artista.

El misterio y la magia son los dos grandes elementos sobre los que Jorge Zentner asienta una historia de tramas paralelas que solo al final acaban congeniando en un discurso único por el que el argentino recibió el premio al Mejor Guión del Salón de Barcelona 2001. Si la historia parte de un planteamiento cercano al género negro francés en su costumbrismo y la aparición de una subtrama humorística referente a la vida sentimental del inspector encargado del caso, se ve enriquecida por la aparición de la trama mágica protagonizada por Maria y Princesa y la narración del pasado de aquella con lo que Zentner elabora un complejo artificio de tramas solapadas que recuerda a las babushkas rusas introduciendo historias dentro de la historia que se complementan y enriquecen sin que importe tanto la conclusión de la misma en su abrupto final siendo en este caso la historia una mera excusa para plantear la historia recordando en ocasiones a otro grande como Jorge Sampayo y sus obras con José Muñoz..

Todo el artificio planteado por Zentner no se sostendría sin la habilidad de un Rubén Pellejero que se muestra como un dominador absoluto de la mancha y el contraste entre blanco y negro. Si en las primeras páginas del álbum podemos pensar que estamos ante un prototardi pronto Pellejero obvia esa referencia para incidir en la fuerza evocadora de su dibujo para convertir a la ciudad y sus personajes en el fin del álbum y no sólo en meros actores de una historia que es una mera excusa para mostrar su habilidad. Pellejero da un curso del manejo de la élipsis para reforzar la irrealidad de la historia y utiliza de los tonos grises para introducir la narración del pasado de Maria. Cada viñeta de Pellejero supone una nueva invitación al lector para demorarse en el descubrimiento de un nuevo detalle, una nueva perspectiva, un desafío constante que enriquece enormemente la (re)lectura.

Tabú” es una pequeña joyita del cómic patrio y no debería faltar en ninguna tebeoteca que se precie, una delicatessen para todos los públicos en la que demorarse.