miércoles, 13 de octubre de 2010

“El Gran Cruce de las Fábulas”, de Willingham, Akins, Buckingham, Sturges y Braun.


Pues siguiendo con la puesta al día en mis lecturas del universo “Fábulas”, termino el último tomo publicado hasta la fecha por Planeta con un crossover –sí, esta nefasta costumbre ha llegado hasta las series Vertigo, las ventas mandan- que engloba las tres series que se están publicando en estos momentos en Estados Unidos, “Fables” (números 83 al 85), “Jack of Fables” (números 33 a 35) y la serie limitada “The Literals” (números 1 a 3).

Las Fábulas deben unirse para hacer frente a la mayor amenaza a la que han tenido que enfrentarse….Y es que la presencia de Kevin Thorne inspirado puede terminar de un plumazo con todo su universo. Menos mal que Jack y Lobo han vuelto a reunirse para poner las cosas en su sitio. Claro, que primero tendrán que estar dispuestos a soportarse hasta llegar a dar con Kevin Thorne, bien protegido por los Géneros.

Aparcando el hilo de la serie principal de “Fabulas” que queda de momento interruptus y el tono dramático y últimamente aburrido que había adoptado, el tono humorístico, satírico y alocado de “Jack of Fables” se impone en este cruce para aportar un punto de frescura en una historia que no es más que una divertida alegoría acerca del proceso creativo en la que, de momento, se cierran las tramas sobre las que ha girado el spin off de “Jack of Fables”. La historia en sí más allá de lo original de las propuestas de Willingham y Sturges es un enorme “ex machina” sin demasiada lógica pero que logra su objetivo de divertir al lector con una historia que, como ya pasara en “La Gran Guerra” se adelanta al lector para sorprenderle con un tono original e imprevisible y aunque aquél no me acabó de convencer en esta ocasión creo que acierta. De este modo, en esta historia no estamos ante una propuesta típica que proponga la salvación del mundo con la previsible cargad de épica y drama sino que opta por la autoparodia y la sátira en un tratamiento en que el argumento principal se vuelve una mera excusa para incorporar numerosos gags humorísticos en lo que es un giro renovador y arriesgado del que los autores salen bastante bien librados en mi opinión.

En el aspecto gráfico, es destacable la gran uniformidad que logran dibujantes tan alejados entre sí como Willingham (el mejor, sin duda, más kirbiano que nunca), Akins y Braun para dar un tono homogéneo a la historia para minimizar al mínimo el cambio de unos a otros demostrando buena sintonía y el buen hacer habitual.

Me gusta este nuevo tono de la serie que resulta más original y rupturista respecto a lo anterior. Un aire nuevo que puede servir de estímulo a una serie que empezaba a dar síntomas de agotamiento por lo que espero que Willingham adopte ese nuevo tono en la serie principal. Ya veremos.

Manuel Alexandre (1917-2010).

Ayer entre desfiles y pitos, se fue sin hacer demasiado ruido el entrañable Manuel Alexandre, actor mayúsculo de nuestro cine cuya carrera se cimentó en papeles minúsculos que forjaron un magnífico secundario y tardío protagonista.
Alexandre no fue sólo un gran actor de cine, sino que también tuvo una larga y fructífera carrera en teatro y televisión convirtiendo su rostro frágil y amable en una cara reconocible por cualquier españolito más allá de su edad y "cultura", transmitiendo una imagen de cercanía, humanidad y sencillez propia de los actores de antes, de los de posguerra y penurias, de la que deberían aprender muchas estrellas y estrellitas actuales en su trato con los mortales de a pie.

A pesar de su talento y memorables actuaciones, Alexandre se hizo grande porque nunca perdió la cara a su condición de actor del pueblo y para el pueblo, de los que no se le caían los anillos por coger el autobús y vivir en un barrio periférico, probablemente por eso más allá de los desfiles y los pitos todo el mundo ayer sintió tanto la muerte del último mohicano de una tribu de grandes actores y actrices cuyo trabajo fue la argamasa de lo mejorcito del cine español.

D.E.P.