viernes, 4 de junio de 2010

“Gilgamesh, el inmortal”, de Robin Wood y Lucho Olivera.

Leyendo sobre el nuevo proyecto de Frank Miller –una precuela de “300” llamada “Xerxes” justificada por la ¿necesidad? de dar un soporte a una nueva película de Zack Snyder- y algunos apuntes que da sobre el mismo, me ha venido el runrún de “Gilgamesh, el inmortal”, uno de esos maravillosos tebeos argentinos de los setenta que, por desgracia, apenas nos han llegado a España (salvo una breve publicación en los ochenta en la revista “Mark 2000”).

Gilgamesh, el inmortal” es una creación del gran Lucho Olivera que tras un breve período en que se encargó del dibujo y los guiones le cedió el guión a Sergio Mulko, para en los ochenta volver a recontar el origen de los personajes en colaboración con el no menos grande Robin Wood, siendo esta etapa la más destacable y recordada del personaje. Posteriormente, Olivera siguió contando historias de su creación en colaboración con otros guionistas, Ricardo Ferrara y Julio Alberto Grassi.

Olivera concibió “Gilgamesh, el inmortal” como una serie histórica protagonizada por el mítico rey mesopotámico incorporando elementos de ciencia ficción que hasta la llegada de Wood no alcanzarían todo su potencial. Gigamesh es un semidiós en vida que tras alcanzar todas las glorias terrenales malvive atormentado por la idea de vencer a la misma muerte. Cuando a través de una serie de señales y prodigios, el héroe da con un extraterrestre agonizante, el marciano Utnapistim, quién a cambio de su ayuda le concede la inmortalidad, advirtiéndole que llegará a odiar su don. A partir de ese momento, el inmortal Gilgamesh se convertirá en testigo de la ambición y estupidez humana a lo largo del tiempo y el espacio, viviendo todo tipo de aventuras que le llevarán a plantearse una y otra vez su propia condición de inmortal hasta encontrar un objetivo que realmente colme su existencia.

Gilgamesh, el inmortal” es el encuentro de dos monstruos de la historieta en uno de sus mejores momentos creativos que ya habían colaborado anteriormente en “Nippur de Laggash”. Wood es capaz de administrar como sólo él es capaz todo el potencial de un personaje como Gilgamesh y utilizarlo para contar historias fuera del entorno antiguo más limitado al que está adscrito Nippur. Gilgamesh, gracias a la inmortalidad, se convierte en un viajero temporal lo que permite el lucimiento de Wood mostrando su conocimiento de la historia y la literatura a través de fantásticas aventuras y, sin pararse en la mera recreación del cómic histórico, incorporar todo tipo e elementos de fantasía que lo perfeccionan y convierten en un personaje de ciencia ficción, alcanzando un equilibrio entre historia, fantasía y ciencia ficción al que en cómic sólo se ha aproximado Van Hamme en las clásicas historias de “Thorgal”. Pero, además, “Gilgamesh” tiene un componente filosófico que Wood sabe dosificar para sin olvidar que se trata de un cómic de entretenimiento y aventuras, meditar sobre temas tan complejos como la inmortalidad o la condición humana, mostrando un planteamiento pesimista y atormentado bastante acorde con los tiempos en que se fraguo el personaje. En “Gilgamesh, el inmortal” se pueden rastrear influencias de otras grandes obras del cómic argentino– “Mort Cinder” de Oesterheld y Alberto Breccia, “El Eternauta”, del mismo Oesterheld y Solano López o el propio “Nippur”, al que sus autores harían coincidir con Gilgamesh en algunas aventuras.

En el aspecto gráfico, la etapa de Olivera con Wood en “Gigamesh” es de lo mejorcito de su carrera. Olivera es un magnífico narrador al que se ha comparado con John Buscema pero en “Gilgamesh, el inmortal” su dibujo se vuelve más oscuro y denso para reflejar toda la angustia de un personaje prisionero del tiempo y la inmortalidad dando una mayor carga psicológica al tratamiento de los personajes.

En definitiva, estoy seguro –ustedes también- que me leeré el “Xerxes” de Miller, tebeo por el que se pelearán las distintas editoriales por publicar, pero saltaría de contento si alguna –Planeta últimamente ha publicado material reciente de Robin Wood o la nueva 001 Ediciones parece dispuesta a rescatar obras argentinas del olvido- recuperase los sesenta números en los que Wood y Olivera nos contaron las fantásticas aventuras del mesopotámico inmortal Gigamesh. Por soñar que no quede.
Para saber más de "Gilgamesh, el inmortal", pinchad aquí y para saber más de la mínima presencia de esta serie y sus autores en España este artículo de la Tebeosfera es imprescindible.

Rue McClanaham (1934-2010).

Se ha muerto la popular actriz televisiva Rue McClanaham que toda una generación de telespectadores conocemos e identificamos por su papel de Blanche Deveraux en la popular serie “Las Chicas de Oro”.

Blanche –lo siento, pero hay personajes que se comen a los actores que les encarnan- era una divorciada alegre y picarona que sabía disfrutar de la vida para mortificación de sus compañeras, en especial, de la genial Sofia Petrillo.

Si Rue disfrutó de un mínimo de la vitalidad de su personaje, habrá disfrutado de una buena vida.

D.E.P.