jueves, 6 de mayo de 2010

“Kick-Ass”, de Mark Millar y John Romita Jr.

Mark Millar es probablemente el guionista que mejor conoce actualmente el mainstream norteamericano, el que mejor conecta con la amplia masa de los aficionados y quién mejor sabe qué demandan actualmente en un tebeo. Esto lo saben sus seguidores que compran sus obras religiosamente, lo saben los editores que lo miman, lo sabe el propio Millar que se deja mimar y lo saben los productores que le compraron los derechos para la película de “Kick-Ass” incluso antes de tener publicado un episodio en el sello adulto de Marvel, Icon, lo que ya de por sí generó una enorme expectación hacia el tebeo del que acaba de publicar Panini los ocho primeros episodios en un tomito muy apañado. ¿Merece la pena “Kick-Ass”? Yo creo que sí.

Dave es un adolescente que pasa sin pena ni gloria sus días en el instituto haciendo el friqui al tiempo que anda enamoriscado de una compañera de clase y tiene fantasías palilleras con las profesoras. Todo muy normal, hasta que no se le ocurre mejor idea para destacar que convertirse en uno de los superhéroes sobre los que lee y vivir así emocionantes aventuras. Tras comprarse un traje de neopreno por ebay, el bueno de Dave saldrá a patrullar por la ciudad para ir descubriendo a tortas que ser un superhéroe en la vida real es mucho más duro de lo que parece en los cómics.

Flaco favor hace Millar en “Kick-ass” a los que abogan por la normalización del cómics y a sus aficionados a los que no deja para nada bien parados. No nos engañemos, más allá de la gracia que puedan hacernos las burradas y ocurrencias gruesas de Millar en este tebeo autoreferencial en el que más de uno puede sentirse reflejado en el soberbiamente construido protagonista, el escocés ofrece una visión triste y deprimente de los aficionados a los cómics de superhéroes como una especie de inadaptados sociales que canalizan sus complejos a través de las lecturas superheroicas que explota todos los tópicos.

Para mí, “Kick-ass” como la mayor parte de la obra de Millar se sitúa en la frontera de género de superhéroes, siendo en este caso “Kick-ass” más bien un irónico e hiperbólico acercamiento a las frustraciones de la adolescencia y las tonterías que en ella se cometen aunque el pretendido realismo de la historia –esto de que Millar hace tebeos “realistas” es uno de los grandes bluffs que circulan por ahí- se centra en el tratamiento de las reacciones del protagonista y la construcción del entorno por el que se mueve acertando especialmente en el tratamiento de tecnologías como Internet o los móviles que ya forman del día a día pero que en muchas ocasiones todavía su inclusión se ningunea en los cómics. Más allá de esta reflexión, no hay que restarle méritos a Millar quien desarrolla la historia de “Kick-Ass” en un largo flashback bastante tópico en el que vuelve a dejar en evidencia sus habituales influencias cinematográficas sacando partido de los excelentes diálogos que sabe construir y dan visos de verosimilitud a la ambientación de la increíble y salvaje trama.

Buena parte del atractivo de “Kick-Ass” corresponde al apartado gráfico en el que John Romita Jr. realiza un fantástico trabajo, potenciado por el gran Tom Palmer. Romita Jr. demuestra una vez más su talento para la narración gráfica reflejando las ideas de Millar, con el que ya había colaborado anteriormente en “Lobezno”, a través de impactantes viñetas y ofreciendo siempre la mejor solución gráfica. Romita Jr. escapa de los tópicos y poses habituales del género para reflejar las peleas y la casquería que desprende la historia de Millar con una crudeza que hace aconsejable no dejar este tebeo a los más pequeñajos.

Nos guste más o nos guste menos, no hay que restarle méritos a Millar al que me atrevería a calificar como el Tarantino de los cómics, y hay que saber reconocer que es un gran guionista que conecta perfectamente con un amplio segmento de los actuales consumidores de cómics, siendo quizás “Kick-ass” su proyecto más ambicioso hasta la fecha, aunque me quede la duda sobre su legibilidad dentro de veinte años. El resultado es un tebeo más complejo de lo que parece y que cumple sus objetivos desde el mero entretenimiento cafre hasta la reflexión más pausada sobre la adolescencia en un “totum revolotum” en el que el escocés es especialista. Yo no me lo perdería y tampoco me perderé la película. Ya les contaré.

Genies y la penuria del cómic

P: Alfredo, ALEX MAGNUM ha sido tu primera obra importante y casi tu canto de cisne al mismo tiempo en el mundo de la historieta. ¿Por qué no seguiste en los cómics, por qué nos hemos pasado dos décadas sin saber de ti?

G- Bueno, después de MAGNUM, intenté buscar otras cosas, otros personajes, y no surgieron. Tuve unos encuentros con el guionista Antonio Segura, para ver si encontrábamos un personaje. La cosa no cuajó. Como yo también tengo otras posibilidades, dentro del mundo del grafismo, la pintura, publicidad, etc., como no vería claro lo del cómic en aquel momento, preferí lanzarme por otros caminos. Lo dejé. Al ver que no había una idea clara ni un producto claro, lo dejé.

P: Esto a mí me sorprende mucho. Hablando con otros autores de tu generación que tomaron esa misma decisión, prácticamente en una época donde los dibujantes estaban acostumbrados a vivir de su trabajo, al contrario que la generación posterior, me asombra esa determinación a abandonar su vocación. Desde la perspectiva de un fan, los artistas son multimillonarios, viven en mansiones y llevan una vida plena de reconocimiento, fama y maravilla: no percibimos las penurias que puede pasar un autor de cómic. Eso me ocurría cuando yo os leía de chaval: para mí, vosotros estabais viviendo un momento de éxito. ¿Tan frágil era o es la profesión como para
que en un único momento dado un autor joven y talentoso como tú decida tirar la toalla sin mirar atrás?

G- Sí. Yo lo que recuerdo es que no era tanta la percepción de éxito que yo tenía. Era la de ir tirando mes a mes. Hubo un momento en que nuestro editor, Josep Toutain, nos planteó que había que dejar la serie. A partir de ese momento, pensé que había que buscar otra cosa. Pero como no la vi clara, pues preferí tirar por otros caminos. Yo pienso que Toutain fue un poco injusto, porque él tuvo una época de esplendor, que fue la revista 1984. Coincidió que cambió el título de la revista con que los grandes autores que habían trabajado para él se habían ido. Y hubo un reciclaje de autores nuevos, que no eran tan conocidos: entre ellos yo. Enrique (Abulí) sí era conocido, pero yo no. Y entonces el ZONA 84, su sustituta como revista, dio un bajón. Y Toutain, en vez de promocionarnos a nosotros como nuevas estrellas, como nuevos bastiones de la revista, nos dejó totalmente tirados. No hubo ninguna ayuda de promoción ni de darnos publicidad ni de nada. Y entonces, claro, el ALEX MAGNUM la verdad es que pasó sin pena ni gloria, un poco injustamente, porque fue un producto que en aquella época tuvo una cierta coherencia con las películas del momento.Pero nadie le hizo mucho caso.

(Extracto de una jugosísima entrevista que Alex Migoya realizó a los autores deAlex Mágnum”, Enrique Sánchez Abulí y Alfredo Sommer "Genies", publicada en el integral recientemente editado por Glénat que reseñé el otro día y que pueden leer completa aquí).