jueves, 18 de febrero de 2010

“All Star Superman”, de Grant Morrison y Frank Quitely.


A estas alturas se ha escrito ya tanto y tan bueno de “All Star Superman”, la maxiserie de 12 números en que Morrison y Quitely redefinen al Hombre de Acero, que uno no sabe muy bien que añadir, salvo rendirse a la genialidad de Morrison cuando decide ser genial y al innegable talento de un Frank Quitely que probablemente haya realizado en esta serie el mejor trabajo de su carrera. Pero, como imagino, que eso de por sí no es mucho, les contaré algo más aun a fuerza de ser repetitivo.

En “All Star Superman”, ante todo, Morrison destaca a mi modo de ver por dos cualidades principales que no han sido siempre frecuentes en su carrera: astucia y comedimiento. La astucia, que no está reñida con la genialidad mal encauzada de muchas de sus creaciones sino que en este caso la complementa, al ser capaz de obviar las convenciones asentadas sobre Superman desde los tiempos de Moore o Byrne y definir un icono ingenuo e inocente y su rico universo partiendo de los cómics de la “golden age” sabiendo actualizarlos lo suficiente como para no insultar por ello la inteligencia de los lectores contemporáneos y aprovechando al máximo el talento de un Quitely inspirado para dar con el acabado gráfico idóneo de los personajes que canalizara adecuadamente su mensaje. Por otro lado, comedimiento al no dispersar su aluvión de ideas en su caótico planteamiento habitual ofreciendo un desarrollo medido, más pausado y lógico que, sin regalar nada al lector, es disfrutable tanto por aquellos capaces de desentrañar las múltiples referencias manejadas por el escocés como por los que tan sólo quieren disfrutar de una historia de superhéroes entretenida que se disfruta tanto en su lectura número a número como de corrido.

Morrison sitúa a su Superman como un eslabón más en la necesidad humana de crear iconos en los que proyectar sus ideales en una tradición que probablemente se remonte a las cavernas y cuyas nuevas encarnaciones están aun por llegar. Y, aunque el escocés no deja palo por tocar en la profundidad de su ecléctico estudio –desde la mitología a las grandes religiones pasando por la filosofía o incluso la ópera y las nuevas tecnologías- de la figura del superhéroe es capaz de reducir toda su proposición al armazón fundamental de una buena historia de superhéroes, sus maniqueísmos y sus convenciones, su optimismo y su humor primario, pero dignificando sin complejos un género y un medio todavía ninguneado en pos de su infantilización mercantilista mostrando su viabilidad siempre y cuando se disponga del talento necesario.

En el aspecto gráfico, Quitely da la medida e incluso supera cualquier expectativa, logrando una espectacularidad cercana con un dibujo lleno de matices que no se constriñe a supeditarse a la partitura ideada por Morrison sino que la exalta logrando trasladar a las viñetas la esencia de Superman sin recurrir a una impostada épica hueca como probablemente ningún dibujante anterior haya logrado. Morrison y Quitely colaboran de antiguo con excelentes resultados pero es en este “All Star Superman” en el que su simbiosis alcanza una perfección pocas veces vista, dejando al icono remozado y brillante para afrontar el cambio de década imperturbable a la espera de una nueva revisión.

All Star Superman” es uno de los tebeos que no hay que perderse de los que se publicaron el año pasado y resultaría encomiable el esfuerzo realizado por Planeta en su edición sino fuera por el consabido y garrafal error con el asunto de la repetición de portadas. Una auténtica lástima que hubiera precisado un esfuerzo por parte de la editorial en su corrección que a mí no me consta que se haya producido.