lunes, 6 de julio de 2009

Frank Miller y el Batmóvil

Miller: Creo que si tuviera que señalar que es lo mejor y lo peor que le ha pasado a los cómics a lo largo de mi vida, diría lo mismo: que los internos han tomado el control del manicomio Un montón de gente a la que le gustaban los cómics se ha metido en el negocio lo que es estupendo, pero, desgraciadamente, todo su mundo gira en torno a esas fantasías de la niñez que recuerdan con agrado. Tú puedes hacer “Las reglas del juego” o “Contrato con Dios” (refiriéndose a Will Eisner, claro), yo puedo hacer “Sin City”, podemos hacer lo que queramos, y nos sonríen y hacen gestos de aprobación. Pero en cuanto se me ocurre abollar el Batmóvil se vuelven locos. Quieren demasiado a esas fantasías.

(Extracto del libro Eisner/Miller”, publicado por Norma Editorial en un momento en el que Miller y Eisner debaten sobre la industria del cómic y la política de las grandes compañías).

“Vals con Bashir” de Ari Forlman y David Polonsky.

Que las guerras son un sinsentido y las matanzas y genocidios patrimonio y vergüenza universal de nuestra especie, autodenominada pensante, lo sabemos todos aunque lo obvien muchos. Pero, no está de más, que de vez en cuando alguien dé un paso al frente y nos lo recuerde por medio de obras tan espléndidas como “Vals con Bashir”, obra esta que se dio a conocer como estupenda y premiada película de animación (creo que todavía se mantiene en cartelera) y que desde hace pocos meses podemos disfrutar en su adaptación al cómic de la mano de Salamandra, pequeña editorial caracterizada por la calidad y buen gusto de su catálogo de libros y que con esta obra se adentra en el mercado del cómic con buen pie y mejor ojo.

Vals con Bashir” nos narra la historia de su coautor, Ari Forlman, y de su empeño a través de las entrevistas con amigos y compañeros de rellenar el hueco que quedó en su memoria tras su participación en la guerra del Libano en 1982 (en la que Israel participó activamente) y las matanzas de refugiados palestinos en los campamentos de Sabra y Chatila de las que fue testigo.

Ari Forman, sin demasiado efectismo y apoyado en el interés de la crudeza de los hechos históricos descritos, construye un relato eficaz en el que mantiene un cuidado equilibrio entre su experiencia personal y la reconstrucción de los hechos históricos en una historia que entronca directamente con una obra maestra del noveno arte creada por otro judío para exorcizar otro genocidio, el “Maus” de Art Spiegelman. En “Vals con Bashir”, Forlman al igual que Spiegelman, se convierte en narrador y personaje de su propia historia. Si en “Maus” a través de las charlas del autor con su padre este descubría todo el horror de los campos de exterminio nazis, en “Vals con BashirForlman va redescubriendo a través de las entrevistas con compañeros y amigos el horror de la Guerra del Libano y las matanzas de los campos de refugiados desde la perspectiva, un tanto alejada para mi gusto, del amnésico que va redescubriendo como si de otra persona se tratase aquella parte de su pasado que tanto se esforzó por borrar. Forlman va engarzando con elegantes transiciones el presente con episodios de su pasado bélico usando como catalizador el testimonio de sus compañeros y amigos, transiciones que funcionan bastante bien a pesar de notarse en algún caso que no están ideadas para la historieta en primer termino sino para la animación lo que en el conjunto afecta al ritmo de la narración y la ausencia de tensión dramática que la historia requiere aunque ese defecto se vea compensado, de todos modos, por lo adictivo del relato y la agilidad con la que se concatenan las situaciones y los puntos de vista de los entrevistados por Forlman. En el aspecto gráfico, firma la obra un interesante David Polonsky, que también fue el jefe de animación de la película, que da un tono realista a toda la historia que contrasta con la atmósfera de irrealidad de los episodios bélicos narrados y que me ha recordado, salvando las distancias, a la gran “Apocalypse Now” de Coppola. Polonsky usa una gama de colores fríos y fuertes contrastes cromáticos que ayudan a hacer más evidente esa diferenciación.

En definitiva, “Vals con Bashir” es una obra valiente, comprometida e inteligente que hay que leer para entender desde una perspectiva diferente uno de los mayores genocidios cometidos durante el siglo pasado, y que demuestra que hay cabida para obras de calidad más allá de los circuitos habituales de la industria. La edición de Salamandra está editada con muy buen papel y resulta correcta.