viernes, 26 de junio de 2009

Roy Thomas, Conan y las imágenes


Pregunta: Cuando se imagina a Conan... ¿le viene a la mente su propia imagen o la de Frank Frazetta, Barry Windsor-Smith o John Buscema?

Roy Thomas: Depende del momento, me vienen distintas imágenes. Probablemente, casi siempre me viene a la mente el Conan de John Buscema, pero también estoy influenciado por Frazetta y por los primeros trabajos de Barry Smith. John y yo hicimos muchos trabajos juntos, pero a veces, depende de la historia, pienso en la imagen de algún otro autor. Algunas veces comienzo una historia y lo veo dibujado por un artista en particular, pero creo que algunas veces es una amalgama de varios, aunque haya mucho de Frazetta. Tiene que haberlo.
(De una entrevista realizada a Roy Thomas en Newsrama y que pueden leer completa aquí).

Farrah Fawcett (1947-2009)

Los más jovencitos ni les sonará el nombre pero los que vamos para maduritos (como yo, sniff) seguramente se quedarían prendados de la espectacular melena platino de Farrah Fawcett y que la hacia destacar para un niño como yo en la agencia de ángeles que el ausente y suertudo Charlie se montó. Y mira que eran guapas las tres. Yo el recuerdo más vivido que tengo de la mítica serie que la hizo popular es, aparte de su cabecera molona y la música pegadiza a la Fawcett desfaciendo los entuertos que el ausente y suertudo Charlie la encomendaba. Tras “Los ángeles de Charlie” ni el cine ni la vida trataron demasiado bien a este mito erótico de los setenta que iba para estrella y, por esas cosas de la vida, se quedó por el camino.

D.E.P.

Michael Jackson (1958-2009)

Hoy me he desayunado con la muerte de Michael Jackson. No era un fallecimiento que esperase, pero tampoco me ha sorprendido ya que, como muchos, veía en Jackson un personaje controvertido y ambiguo de salud estragada por su propia inconsciencia, un juguete roto que despertaba en mí reacciones encontradas.
Al mejor Michael Jackson lo tengo asociado a la niñez y a ese maravilloso “Thriller” que fue el primer video musical que llamó mi atención porque incluía muchas de aquellas cosas que de niño me fascinaban. Los zombis, hombres lobo, chicas y una música pegadiza interpretada por un chico enérgico de sonrisa contagiosa y chupa roja que parecía no tener articulaciones y al final se quedaba con la chica. No fui el único. Recuerdo en el colegio que con desigual fortuna quien más quien menos intentó hacer que su cuerpo se acalambrara como si hubiera recibido una descarga o andar hacia atrás en una cinta. Imposible, Jackson era único y aun cuando no pararan de salirle imitadores/admiradors como hongos ninguno le llegaba a la punta de la zapatilla.
Sin embargo, yo crecí pero Jackson no. Cada vez más aislado de la realidad en su parque de atracciones privado y preso de unos caprichos de estrella que traicionaban la imagen que se había creado. Un padre maltratador y explotador podía explicar algunas de sus reacciones como su apego enfermizo a la niñez pero cuando este empezó a adquirir tintes cada vez más oscuros y malsanos fui incapaz de justificar a ese ídolo desequilibrado de salud maltrecha y sólo justificado socialmente por el recuerdo que muchos guardamos del que fue, un fantasma que probablemente no dejaba de atormentarle, y los buitres oportunistas dispuestos a aprovechar los últimos restos del patrimonio del que fue el cantante mejor pagado de la historia.

Tras su muerte, prefiero quedarme con lo bueno. Con el niño que maravillaba con sus bailes junto a sus hermanos y con el joven eléctrico de la chaqueta roja. Hasta siempre, Michael. Si estás en algún sitio espero que logres algo de la felicidad que probablemente nunca disfrutaste en vida.

D.E.P.

I’m glad it rained” (Jackson’s Five)



Thrller