miércoles, 13 de mayo de 2009

“Carlos Gardel: La voz de Argentina” de Múñoz y Sampayo.

Si hay un equipo artístico que se compenetra como pocos dentro del mundo del cómic esos son los incombustibles José Múñoz y Carlos Sampayo, una unión profesional que se remonta a hace más de treinta años y ha dado obras tan memorables como “Alack Sinner” o “El Bar de Joe”. Por eso, cuando Planeta publicó su último trabajo, la primera parte de una obra centrada en la figura de Carlos Gardel, no he podido resistirme. Y, lo cierto, es que parafreasendo el tango, la pareja demuestra que treinta años no es nada y firman un gran trabajo, ofreciendo un acercamiento a la figura mítica de Gardel inteligente y adictivo.

Huyendo del mero relato autobiográfico, la pareja intenta enfocar la obra captando la enorme diversidad de imprecisiones y misterios que rodean la figura de Gardel desde su lugar de nacimiento hasta su orientación sexual pasando por su ideología política. Para ello, la historia se monta alrededor de un debate televisivo en el que dos contertulios enfrentados discuten sobre distintos aspectos de la figura del cantante. Nada está claro y todo se presta a interpretación en una historia que me recuerda –salvando las distancias- a la wellesiana “F of Fake”, con una estructura sólo aparentemente sencilla, sustentada en la excelente labor gráfica de ese estupendo dibujante que es José Múñoz.

Múñoz dotado de un estilo expresionista, lleva todo el peso de la narración apoyado en cuadros de textos que muchas veces sólo sirven para apostillar sus viñetas. Dotado de un blanco y negro de fuertes contrastes y un trazo grueso, juega con la forma de las figuras humanas para distorsionarlas a la manera de las última etapa de Alberto Breccia, contraponiendo su estilo de dibujo, que se caracteriza por tener una fuerte influencia surrealista, el realismo de lo relatado, contando, además, más allá de la historia principal, pequeñas historias protagonizadas por personajes secundarios, generalmente con cierta carga satírica protagonizadas por personajes anónimos y de denuncia social, que se mueven en un segundo plano, e ilustran la trama principal con una duración indeterminada entre una y varias viñetas. Múñoz es el nexo de unión entre el gran Alberto Breccia y dibujantes más jóvenes tan notables como Eduardo Risso, y en esta obra raya a gran altura transmitiendo su característica energía y realizando para mi uno de sus mejores trabajo.

En definitiva, “Carlos Gardel: La voz de Argentina” es un estupendo cómic que sabe a poco y deja con ganas de más. Quizás hubiera sido mejor opción por parte de Planeta haber esperado a la publicación de la segunda parte en Francia para ofrecer la obra completa en un único volumen. Aun así la edición de la obra es bastante correcta con varios artículos muy interesantes escritos por los autores.

Antonio Vega (1957-2009)

Ayer nos enteramos de la muerte de Antonio Vega. La noticia, que creo que a poca gente que haya seguido su trayectoria vital y profesional ha podido pillar de sorpresa, dado el fantasmal aspecto que Vega mostraba en sus manifestaciones públicas desde hace años, consecuencia de una vida vivida muy deprisa, y que llevó a Miguel Bosé, en uno de sus últimas actuaciones conjuntas, a llorar en el escenario.

Realmente no sé si a Antonio Vega era un chico triste y solitario, si se le hacia muy cuesta arriba la vida o si se le atragantó el éxito. Eso quedará para la intimidad de los que lo conocieron. Lo que sí me consta es que es el autor de las mejores canciones pop de los años ochenta, muchas de ellas auténticos himnos intergeneracionales que hoy día siguen cantándose en los garitos que tanto le gustaban y que, probablemente, seguirán cantándose dentro de muchos años, cuando muy pocos recuerden el nombre de su autor. Quizás sea ese el mejor homenaje que pueda hacérsele, la recompensa máxima del auténtico artista, el perdurar en su obra...

Antonio Vega ya no es más que una voz dulce y triste, que quizás fue lo que realmente persiguió siempre, y a los que tenemos asociadas sus canciones pedacitos de nuestra vida nos ha dejado un pequeño vacío en el alma, tan profundo como el que dejó la muerte de Enrique Urquijo. Los de la SGAE, siempre tan eficaces, han montado en su sede central la capilla ardiente. No creo que Vega se sintiera cómodo en ese ambiente, seguramente hubiera preferido un pequeño local oscuro de los alrededores, más discreto, más intimo, y unos cuantos amigos con unas guitarras. Sólo ellos y su música.


Como las palabras sobran y no creo que se le pueda hacer mejor homenaje que escucharle, ahí les dejo una de sus canciones más emblemáticas, “La chica de ayer”.

D.E.P.