miércoles, 22 de abril de 2009

“Los Muertos Vivientes 8: Creados para Sufrir” de Robert Kirkman y Charlie Adlard.


El título del último tomo publicado por Planeta de “Los Muertos Vivientes”, “Creados para sufrir”, aparte de ser una máxima que afirmaría el propio Kierkergaard, define perfectamente a los personajes creados por el Dios Kirkman para habitar un mundo sin esperanza en el que las tumbas se abrieron y los zombis pasaron a dominar la Tierra, personajes creados por Kirkman para sufrir en aras a una historia que no decae y de los que el lector no debe encariñarse demasiado porque en el momento más inesperado el caprichoso y finalista Kirkman los borrará del mapa, sin previo aviso.

Este tomo, que recoge los números 43 a 48 de la numeración original norteamericana, resuelve el cliffhanger que Kirkman dejó planteado en la anterior entrega y hay supone un nuevo punto de inflexión en la colección al morir varios de los personajes protagonistas y verse obligados los supervivientes a abandonar la penitenciaria que ha sido su hogar durante buena parte de la serie en lo que supone para el guionista volver a poner la historia prácticamente a cero y poder enfrentar a los personajes a nuevas situaciones en aras a una supervivencia cada vez más difícil. Asistimos al enfrentamiento final entre los grupos de Woodbury y de la penitenciaria que Kirkman ha ido preparando desde hace tiempo, narrando los hechos desde la perspectiva de unos y otros. Los habitantes de Woodbury, manipulados por el loco gobernador Philips, fuertemente armados sitian la penitenciaria mientras los distintos miembros de la comunidad reaccionan de distinto modo ante la amenaza. El enfrentamiento final que vendrá precedido de ejecuciones sumarias, muertes y violencia por ambos bandos, acabará con la toma de la prisión por los verdaderos y omnipresentes protagonistas de esta historia, los ominosos y putrefactos muertos vivientes que le dan título.

Cualquier otro con menos talento, se hubiera limitado a realizar una burda historia de acción en la que los dos bandos acabasen a tiros, pero Robert Kirkman es un guionista sutil que no sólo se contenta con mantenerse siempre por delante de sus lectores, sorprendiendo número a número hasta a los más ávidos lectores, sino que muestra un humanismo sutil planteando las paradojas propias que llevan a cualquier grupo al enfrentamiento fraticida, la manipulación y el miedo, recreando una atmósfera densa en la que los elementos psicológicos a la hora de mostrar las reacciones de los personajes están perfectamente recreados, convirtiéndose este arco y, por extensión, toda la colección en un magnífico laboratorio en el que Kirkman disecciona los distintos comportamientos posibles ante una muerte segura e inevitable, convirtiendo a sus personajes en los cobayas perfectos con los que identificarnos y disfrutar padeciendo de sus penalidades durante el rato de lectura del tebeo. Y, menos mal, oigan..

En el aparado gráfico, poco que aportar respecto a lo comentado en anteriores entregas. Quizás, Charlie Adlard, un dibujante que en sus peores momentos me recuerda demasiado a Steve Dillon, firma su mejor aportación a la serie hasta el momento enmascarando cada vez mejor sus limitaciones y ensalzando sin estridencias sus mejores cualidades que se centran en la buena dosificación del ritmo y la coherencia de la narración y la construcción de magníficos cliffhangers (si le echan un vistazo a la última viñeta del tebeo no dudarán en comprarlo y dejarán encargada la próxima entrega) con los que sintetiza todo lo leído hasta el momento.

Kirkman cierra brillantemente un ciclo en “Los Muertos Vivientes”, tras haber explorado hasta el agotamiento todas las posibilidades que planteaba el confinamiento de un grupo reducido en a un ambiente hostil durante casi cuarenta números, y, tras soltar lastre, pone a los personajes que le interesan de nuevo en la carretera hacia un destino desconocido en una serie que , tras casi cincuenta números, no acusa el desgaste y puede ser disfrutada por todo tipo de públicos. Así que ya saben si todavía no les han atrapado los zombis de Kirkman y Adlard, déjense morder que no se arrepentirán

La edición de Planeta similar a la de anteriores entregas tiene para mí como único defecto el omitir las portadas originales. Un pequeño detalle que emborrona una edición bastante ajustada de precio, para estos tiempos que corren.
Otras entregas de "Los Muertos Vivientes" en El lector impaciente: