jueves, 15 de mayo de 2008

“RG 2: Bangkok- Belleville” de Pierre Dragon y Frederik Peeters


Ayer terminé de leer el segundo volumen de la nueva serie de Frederik Peeters, "RG". Uno de esos cómics que vuelves a releer inmediatamente de lo bueno que es. Si ya la primera parte me había parecido un tebeo por encima de la media, esta segunda entrega eleva incluso el nivel y confirma que nos encontramos no sólo ante uno de los narradores gráficos más personales del cómic europeo sino además ante uno de los mejores del momento sin necesidad de más adjetivos.
Partiendo de una concepción de polar con una historia de policías que no ofrece ninguna novedad respecto a otras muchas, narrando las experiencias de Pierre Dragon en la Policía Secreta Francesa dentro de una unidad dedicada a perseguir las redes de inmigración ilegal y prostitución, Peeters, a partir de los argumentos y vivencias que aporta Dragon, lleva la historia a su terreno y sin abandonar la estructura de género negro en la que se engloba la obra, introduce sus pequeñas/grandes reflexiones existencialistas acerca de la amistad, el amor y la vida, tan características en su producción.

Dragon y Peeters no tienen demasiado interés en ofrecer un retrato heroico –y falso- de la vida policial centrado en las hazañas en pos del crimen o las grandes persecuciones de unos policías exagerados sino que su historia se engloba más bien en la tradición del polar francés más realista y crudo de un Leo Malet – o su gran adaptador al cómic, Jacques Tardi, en cuya obra se nota que ha influido a Peeters aunque sin llegar en ningún momento a la imitación-, una historia centrada en los aspectos más humanos y antipáticos de la vida policial: las esperas, las eternas vigilancias, las dificultades para ajustar la vida familiar con el trabajo, las zancadillas por destacar y la conciencia de la poca utilidad de su trabajo -“mi misión en la vida es vaciar el Sena con una cucharilla” lo define Dragon en un momento de lucidez-, pero sin dejar por ello de lado la labor policial centrada en la desarticulación de una red tailandesa dedicada a introducir en París inmigrantes ilegales a los que obligaban a trabajar en talleres ilegales en un régimen de semiesclavitud y a prostituirse. Un problema actual y cotidiano tratado con enorme verosimilitud y credibilidad gracias a las experiencias del auténtico Pierre Dragon en la policía francesa y la sensibilidad de Peeters a la hora de profundizar en la naturaleza humana.


Esta inmersión en el género negro que es “RG” nos ha permitido vislumbrar al mejor Peeters en una historia muy ambiciosa argumental y formalmente que el suizo resuelve brillantemente. Gráficamente, Peeters desarrolla toda la historia en un gran flashback encadenado a partir de pequeños elementos ambientales aparentemente secundarios a la historia pero que contextualizan perfectamente la situación y la cargan de simbolismos. Peeters en este álbum se obsesiona por el detalle y el realismo llegando por momentos a parecer un dibujante hiperrealista para lograr una ambientación perfecta de la historia en las diferentes localizaciones en las que tiene lugar la trama, una trama completamente urbana y claustrofóbica que se desarrolla siempre en ambientes cerrados por los que no es de extrañar que los únicos breves momentos en que Dragon se encuentra “relajado” sea en espacios abiertos -relajación sólo aparente… fíjense como Peeters rompe esa tranquilidad con sutileza introduciendo viñetas descriptivas que van adelantando al lector (la rama seca, el vuelo de los pájaros…) lo que se avecina- como el paseo por el parque junto a la juez Laborde. Un tratamiento realista de la historia que Peeters se encarga de romper incorporando a la historia un sueño de Dragon que sólo encuentra su explicación hacia el final pero que sirve de punto de inflexión en la narración.


El gusto obsesivo por el detallismo a la hora de caracterizar a los personajes sin dejar por ello que la narración avance se muestra en la composición de página de Peeters jugando con la perspectiva en la que va contando la historia que generalmente se desarrolla en un plano intermedio y viñetas alargadas pero que, dependiendo del interés del autor en destacar algún elemento, se estrechan o amplían como el objetivo de una cámara para centrar la atención del lector en algún detalle al tiempo que, para introducir alguna nueva secuencia, el autor se va acercando a donde se sitúa la acción desde vistas panorámicas o aéreas, rompiendo directamente el discurso narrativo pasando de un lugar a otro pero manteniendo el tipo de viñeta para que la transición no resulte brusca al lector . Por momentos, Peeters parece olvidarse de la historia que quiere contar introduciendo viñetas descriptivas, centradas en algún elemento del paisaje, que sólo indirectamente se hilvanan a la narración principal y aportan información al lector de tal modo que el suizo consigue que la obra gane en profundidad psicológica sin perder por ello su carácter de investigación policial.


En definitiva, nos encontramos ante un excelente tebeo llamado a ser uno de los mejores aparecidos a lo largo del año en nuestro país, tanto por lo inmediato de la historia que nos cuenta como por la profundidad y variedad de recursos técnicos que sus autores despliegan para contarnos de un modo novedoso y original una historia familiar para todos. En la última semana, han surgido rumores sobre posibles desavenencias entre Peeters y Dragon que pondrían en peligro la tercera entrega de “RG”. Esperemos que esos rumores se queden en nada y podamos seguir disfrutando de las peripecias del policía francés contadas a través del sensible ojo de ese sutil narrador que es Frederik Peeters.

La edición de Astiberri excelente.

Las 10 primeras páginas de la obra (en francés) aquí.

Más “RG” en El lector impaciente aquí.
Otras obras de Frederik Peeters en El lector impaciente aquí.