jueves, 25 de octubre de 2007

“El niño con el pijama de rayas” de John Boyne.



En la estela de “El curioso incidente de un perro a medianoche” de Mark Haddon del que ya escribí algo por aquí, nos llega la novela de moda en estos tiempos, editada también por Salamandra, que aprovechando los suculentos beneficios que le dejan los Harry Potters publica novelas de lo más interesantes . ¿Por qué lo de “a la estela”? Pues porque tanto Haddon como Boyne usan recursos similares en sus respectivas obras. Tanto uno como otro autor utilizan la voz en primera persona de un personaje protagonista que no entiende, o tiene una percepción distorsionada, de los acontecimientos que ocurren a su alrededor para obligar al lector a reinterpretar las impresiones del protagonista e incitar la simpatía hacia él mismo e inducir a la reflexión sobre los hechos y el contexto histórico en el que se mueven los personajes (que imagino es la verdadera intención de los autores). .Partiendo de estos planteamientos, hay que decir que Boyne en “El niño con el pijama de rayas” logra perfectamente sus objetivos uniendo entretenimiento con reflexión a través de la visión de Bruno, un niño alemán de nueve años durante la Segunda Guerra Mundial cuyo padre está al mando del triste campo de Auschwitz. Boyne logra, a través de esa visión difusa del niño, construir una novela de interés creciente, en el que mezcla sabiamente la ingenuidad de la visión infantil del pequeño Bruno preso en su cerrado mundo familiar limitado por los sentimientos encontrados hacia la figura paterna, el amor hacia los abuelos y la madre y las peleas con la hermana mayor –una realidad cercana a la de cualquier niño en cualquier época- con la atrocidad que percibe el lector a través de las exploraciones y encuentros de Bruno lejos de la protección de su casa en los alrededores del campo de Auschwitz y que desembocan en el impactante final de la novela.
La novela está bien construida y logrará epatar a cualquier lector, pero eso no quita para que me quede la duda razonable acerca de lo realista de la construcción del personaje de Bruno, ya que, en mi opinión, los niños de nueve años no son tan ingenuos como el personaje creado por el autor, pero este último apunte no le quita mérito alguno al ingenioso punto de vista usado por Boyne para acercarse a un tema ya ampliamente tratado -y nunca suficientemente denunciado- en la literatura, el cine ó el cómic, como es el del genocidio nazi del que da una nueva visión del mismo y de sus víctimas.
Léanla en un fin de semana y luego me cuentan que les ha parecido. (Parezco un profesor, poniendo deberes ;-D ).