miércoles, 3 de octubre de 2007

“La mano izquierda de la Oscuridad” de Ursula K. Le Guin.

Probablemente dentro de la ciencia ficción las obras que más me atraigan sean aquellas en las que se explora la condición humana, que diría Sartre, y sean, además este tipo de obras, las que mayor repercusión hayan tenido para aquellos que no estén familiarizados con él mismo.
Un buen ejemplo dentro de esta línea de cifi es “La mano izquierda de la oscuridad”, que se publicó por primera vez en 1969, una novela que a pesar de los años no ha envejecido mal y se puede considerar ya un clásico dentro del género.
Genly Ai, un explorador del Ecumen, una especie de organización interplanetaria de civilizaciones con origen terrestre, llega a un inhóspito planeta en constante glaciación, Gueden, en el que los nativos, también de origen terrestre, se han adaptado eliminando la división en sexos y convirtiéndose en andróginos con la capacidad de tomar un sexo u otro en el momento en que sienten que se sienten excitados y manteniendo mientras tanto un estado neutro. Esta cualidad provoca que Gueden sea un mundo en el que la guerra y el asesinato sean conceptos desconocidos pero en el que la conspiración y el destierro estén al orden del día a la hora de resolver los conflictos políticos. Pronto Genly es víctima de esta red de conspiraciones en su intención de lograr que Gueden se una al Ecumen y se ve obligado a huir consecutivamente de los dos principales países del planeta, Karhide y Orgoreyn, hasta que ayudado por el nativo y también caído en desgracia Estrander logra su objetivo a cambio de pagar un alto precio por ello.
“La mano izquierda de la oscuridad” es una novela hija del momento histórico que se publicó, los EEUU de finales de los sesenta en los que el movimiento hippy vivía su momento de esplendor, lo que se refleja en cierto gusto por la filosofía oriental y zen que demuestra Le Guin a la hora de ambientar y describir la cultura guedeniana pero que en realidad resultaría superfluo respecto a la trama general. Una trama a la que cuesta arrancar y que no logra conectar con el lector hasta aproximadamente la mitad de la obra en la que la autora deja de intercalar capítulos sobre leyendas y mitos locales para caracterizar a los guedenianos y su civilización y se centra en el meollo del asunto, la exploración de la relación que surge entre Estrander y Ai en su huida de las redes de conspiraciones que les rodean. Es precisamente en el momento en que la historia se centra en el viaje por el Hielo de ambos en el que la novela y el estilo de Le Guin alcanzan su punto más alto, equiparable al que la autora desarrolló en su gran obra de fantasía, “Los libros de Terramar” y en el que verdaderamente se plantean las cuestiones pseudofilosóficas (y también muy sesenteras) que quiere abordar la novela, la necesidad del sexo para el amor, la ambigüedad del concepto de traición o los absurdos de los nacionalismos, de una manera a la vez hermosa y absorbente.
Nos encontramos con una estupenda novela que, salvado su aburrido inicio, cautivará al lector interesado en la reflexión y la filosofía. Amantes de la acción desenfrenada, absteneos.