jueves, 20 de septiembre de 2007

“Los Ultimates 2”, más de lo mismo.



Leída la segunda etapa de Mark Millar y Bryan Hitch en “Los Ultimates”, ya saben la versión “actualizada” de “Los Vengadores” de toda la vida haciendo hincapié en los elementos más negativos de sus personalidades, la primera impresión que me produce es el de sorpresa y gratitud. Sorpresa, por un lado, por no entender a que se han debido tantas demoras en completar los 13 números yanquis de los que consta la serie tanto en Estados Unidos como en España por Panini, y gratitud hacia Julian Clemente y su sección “El Triskelion”, en la que no se cansa de glosar las maravillas de la obra y descubrirme, después de treinta años en estos de leer tebeos, lo equivocado que yo ando al calificar algo de obra maestra. Porque de obra maestra el marketing editorial y ciertos aficionados han calificado este cómic que, en mi modesta opinión, no deja de resultar entretenido pero que no aporta ninguna novedad al género sino que más bien resulta bastante clásico. Lo que Millar ha hecho es un tebeo de superhéroes de los de toda la vida situándolo en este agitado nuevo milenio en el que vivimos - aunque esto tampoco es nuevo- pero en lugar de contarlo en cuatro o cinco números a lo sumo como hicieron en su época tipos como Roy Thomas o Jim Shooter, lo hace en trece y sin respetar ninguna periodicidad. Los Vengadores, perdón los Ultimates, participan en misiones de intervención en países extranjeros del cacareado Eje del Mal para proteger el modo de vida americano mientras que a su alrededor se entrecruzan varias conspiraciones que confluyen en un único enemigo, Loki compinchado con los Supersoldados Soviéticos, uy perdón Libertadores y un traidor dentro del grupo que invaden EEUU. Al final, todo el revoltijo lo soluciona con un par de capítulos de mamporreo generalizado y una gran splash page de…¡¡¡ ocho páginas!!!.
El guión de Millar, quitando los detallitos mencionados, tiene también cosas interesantes. A través de su caracterización de los personajes, deja claras las posiciones que se viven en EEUU en temas como la intervención en Irak y el terrorismo sin tomar abiertamente partido por ninguna de ellas y unos diálogos gamberretes a lo “enfant terrible”. Respecto al dibujante Bryan Hitch, hay que decir que, sin quitarle ningún mérito a su habilidad para el dibujo, para mí este señor es más un ilustrador que un dibujante de cómics porque su coherencia narrativa es más bien escasa y sus personajes, aunque son de un detallismo extraordinario ayudados por su constante homenaje a actores y películas, me resultan hieráticos y las escenas de lucha confusas. En conclusión, esta segunda etapa de los Ultimates no aporta nada nuevo respecto a lo que se inició en la primera: acción desenfrenada, personajes excesivos y una narración escasa que supongo queda enmascarada con la irregular periodicidad que ha tenido la obra (si leen toda la etapa de corrido lo notarán).
De la edición de Panini pues bastante correcta salvo por el pequeño detalle de incluir en la numeración los Anuales que nada tienen que ver con el arco argumental de la serie y que son bastante flojillos (en otros tiempos y otras editoriales estas cosas se vendían fuera de la colección y como extras). Son los números 4 y 9 por si alguien está todavía a tiempo de ahorrárselos.
Esperemos que en la próxima etapa de los Ultimates Jeb Loeb y Joe Madureira ofrezcan al menos mayor regularidad.
Si quieren leer algo sobre la primera etapa de “Los Ultimates” pinchen aquí.