martes, 11 de septiembre de 2007

Jane Wyman (1914-2007)


Probablemente, para los más jóvenes este nombre no significará gran cosa pero para aquellos que fuimos niños en los ochenta cuando la televisión se reducía a dos canales y nos apelotonábamos para verla en familia será por siempre la pérfida Angela Channing, la maquiavélica propietaria de los viñedos de “Falcon Crest”. Angela Channing es una de mis malvadas televisivas más queridas porque no había quién pudiera resistirse a esta señora de compostura inmaculada y medida ironía, que acompañada a todos lados de su criado chino Chu-li, se dedicaba a hacerle la vida imposible a los bobos – digo, a los buenos – de una de la series más horteras de todos los tiempos. Sin embargo, la carrera de Jane Wyman ya era larga cuando realizó a “Falcon Crest”. En su carrera cinematográfica figuran títulos como “Belinda”, por el que ganó un oscar a la mejor actriz, “No estoy sola” u “Obsesion”, y para televisión participó en otras series señeras como “Los ángeles de Charlie”, “Vacaciones en el mar” o “La doctora Quinn”. En lo personal, lo más destacable que se puede decir es que tuvo el buen gusto de divorciarse de Ronald Reegan antes que este iniciase su infausta carrera hacia la Casa Blanca. Toda una dama.

Adiós, Sra. Channing.

D.E.P.

“Ex Machina 4: En pie de guerra” de Brian K. Vaughan y Tony Harris



Del último recopilatorio de “Ex Machina”, que incorpora los números 17 al 20 del original, lo mejor que se puede decir es que mantiene la misma línea que las entregas anteriores sin sorprender al seguidor fiel de la serie pero que deja abierta la puerta en su última historia a que se produzca algún giro de los acontecimientos interesante.
“Ex Machina” es una historia atípica dentro del género de superhéroes donde la acción y los enfrentamientos épicos quedan en un segundo plano en busca de un tratamiento más realista y maduro del concepto de héroe. Mitchell Hundred, “La Gran Máquina”, debe capear las dificultades que conlleva ser el alcalde de Nueva York tras el 11S más allá de utilizar sus poderes para aporrear al villano de turno. Este planteamiento queda especialmente en evidencia en el primer arco argumental, “En pie de guerra”, donde Mitchell se ve en entredicho al haber autorizado una manifestación contra en el envío de tropas por parte del gobierno de EEUU a Irak, manifestación en la que participa un miembro de su gabinete, la antigua becaria Journal Moore. La protesta acaba mal cuando los manifestantes sufren un atentado con un arma biológica y una de las víctimas es Journal. De este modo, Mitchel, presionado y preocupado por la trascendencia del problema, usa sus poderes para capturar al culpable. En la segunda historia, “Vida y Muerte” Mitchel, agobiado por un periodista para que se posicione respecto a la pena de muerte, rememora su enfrentamiento con el archienemigo de su etapa superheroica, Pherson, un tipo con un poder parecido al suyo de control de las máquinas pero en su caso aplicado a los animales, un enemigo al que cree que mató pero que en las últimas viñetas de la historia Vaughan deja abierta la puerta a su resurrección.
En este nuevo libro Vaughan (“Y, el último hombre”, "Runaways") sigue demostrando su habilidad para incorporar argumentos realistas a la historia de este superhéroe metido a alcalde de NY aprovechando de este modo para analizar la realidad norteamericana (y global) tras el atentando del 11S. Vaughan, a través de Mitchell, realiza una completa radiografía de la psicosis a la que se enfrenta la sociedad norteamericana dividida respecto al envío de las tropas a Irak e incorpora elementos realistas como la muerte de un inocente en un registro policial en el metro (más o menos tal y como ocurrió en Londres tras sus atentando). Vaughan aporta distintos puntos de vista a través de sus personajes en una historia llena de grises para no tomar partido por ningún planteamiento dejando al lector que tome su propia postura sobre el tema. El segundo arco argumental me parece que va a ser importante en el desarrollo de la serie al introducir a Pherson, el archienemigo que todo superhéroe que se precie requiere y desvela algo más del pasado de la Gran Máquina, lo que abre la puerta a nuevas posibilidades argumentales. Por otro lado, Vaughan sigue manteniendo la misma estructura, por otro lado común a sus dos series: narrar la historia del protagonista a través de continuos flashbacks lo que le permite mantener la atención del lector durante toda la historia intacta.
Del dibujo hiperrealista de Tony Harris tampoco se puede comentar nada nuevo. Es un dibujo correcto que se ajusta bien a la historia de Vaughan pero al que se le nota cierto acomodamiento, quizás en este último tomo más que en los anteriores, un hieratismo en las figuras preocupante y una propensión por el encuadre cinematográfico que en ocasiones hace que chirríe a mis ojos. Sin embargo, a pesar de ello, tanto “Ex Machina” como “Y, el último hombre” son obras que tanto por su temática como por el tratamiento bien documentado de Vaughan están bastante por encima de los productos “mainstream” que se suelen publicar actualmente. De momento, Vaughan tiene mi voto de confianza y mi atención aunque espero que en sus próximos proyectos opte por una estructura narrativa distinta porque los saltos temporales ya ha demostrado que los domina.
Aquí podéis leer sobre anteriores entregas de "Ex Machina" en El Lector Impaciente.