lunes, 18 de junio de 2007

“Ideas negras” de André Franquin.



¿Las enfermedades de los genios influyen en su percepción del mundo? ¿Artistas como Van Gogh, Tolouse Lautrec o Goya hubieran pintado sus obras si no hubieran pasado por períodos de locura y depresión? Los científicos parecen confirmar ahora lo que sus admiradores ya intuíamos y resulta un tanto agridulce pensar que gracias a sus padecimientos nosotros podemos regocijarnos en la contemplación de sus pinturas.
Todo esto viene porque esta reflexión es perfectamente aplicable a uno de los más grandes Genios (sí, con mayúscula) que ha dado el cómic europeo y a, probablemente, la mejor de sus obras. Se trata de André Franquin y sus “Ideas Negras”.
Franquin cuando empezó a dibujar en 1977 en el suplemento “Le Trombone Ilustré” de la revista “Spirou” era ya un artista consagrado y ampliamente reconocido como el creador de “Tomas el Gafe” y el gran revulsivo de “Spirou y Fantasio”, sin embargo no era feliz. De carácter reservado y perfeccionista hasta lo obsesivo, Franquin se encontraba sumido en una depresión que marcó completamente esta obra Las “Ideas Negras” están alejadas tanto en su contenido como en su continente de sus anteriores trabajos pero de alguna manera lo complementan y completan. En “Ideas Negras” la infelicidad y el progresivo pesimismo de Franquin encontraron su cauce ideal de expresión a lo largo de las 65 historias que forman la serie, historias a una página en las que el autor, a través de un humor negro descarnado y sin concesiones, pasó revista a todos los miedos y miserias de su tiempo: los abusos de los poderosos, el egoísmo, la ambición, el miedo al holocausto nuclear, la pena de muerte… A través de unos pocos trazos Franquin levanta lúcida denuncia de los horrores grandes y pequeños a los que se enfrentaba – y se enfrenta – el hombre contemporáneo. Porque esa es otra de las grandezas de “Ideas Negras”: por desgracia no pasan de moda. Su temática es tan actual como lo era hace treinta años y el lector no puede dejar de esbozar una sonrisa nerviosa al releerlas y verse reflejado en muchas de ellas. Pero esta serie de historias no sólo tienen en común su temática sino que también a nivel estético cuentan con similitudes ya que Franquin en su concepción quiso homenajear a un dibujante del “Saturday Evening Post” que realizaba sus ilustraciones únicamente a través de siluetas negras De este modo en estas historias el negro y el blanco lo llenan todo siendo cada una de ellas un “más difícil todavía” en el que Franquin deja gala de toda su genialidad dotando de personalidad y dramatismo únicos sus historias y siendo palpable una evolución en su estilo evidente de las primeras a las últimas. Cuando Franquin superó su depresión en 1982, dejó la serie y se dedicó a otros proyectos. Sin embargo, su obra nunca llegaría a alcanzar las cotas anteriores y se dedicó a trabajos menores.
Las “Ideas negras” se recopilaron en dos volúmenes que la editorial Dolmen unificó en uno para su edición en España en 2003. Esta vez no puedo dejar a ninguno de ustedes a animarles que lo busquen, le echen una ojeada y se lo lleven a su casita para disfrutar de una obra única y sorprendente. Parafraseando al protagonista de la última idea negra de Franquin “el que quiera que me siga” en admirar esta obra. Espero que a mi se siga alguien más que a él…